Una escena que se repite cada vez más en La Habana volvió a hacer de las suyas este martes. Un triciclo eléctrico, cargado de gente, terminó patas arriba en plena calzada de San Miguel del Padrón después de caer en un bache gigante, lleno de agua, que parecía más una piscina descuidada que un simple hueco en la calle. Lo bueno: nadie salió con lesiones graves. Lo malo: el susto y la indignación quedaron flotando como la espuma.
El incidente ocurrió justo frente a la ferretería de La Cuevita, un sitio bien conocido por los vecinos del reparto. Las fotos que circularon en el grupo de Facebook ACCIDENTES BUSES & CAMIONES por más experiencia y menos víctimas no dejan espacio a dudas: el triciclo terminó volcado de lado, y sus ocupantes, con los pies empapados y los ánimos por el piso.
En una de las imágenes se ve a varios vecinos metidos en el agua hasta los tobillos, intentando levantar el vehículo entre todos, mientras una señora recoge lo que puede del desastre. Es que entre el susto y la mojazón, se armó tremendo corre corre.
El autor del post, Juan Lamas Martínez, soltó la siguiente reflexión: “Esto acaba de pasar frente a la ferretería de La Cuevita… una vez más se demuestra el peligro de estas motos eléctricas. No son para llevar pasaje, sino para carga”. Pero no todo el mundo coincidió con él.
El mismísimo chofer del triciclo, Paul Hernández, no se quedó callado. En los comentarios aclaró que él no es botero, que solo estaba haciendo unas compras para su negocio. Contó que, además del golpe y el revolcón, algunas personas aprovecharon el caos para robarle. También señaló algo que nadie puede negar: “ese hueco en la calle es un abuso”.
La discusión se encendió en el grupo. Mucha gente salió en defensa del triciclo y apuntó con fuerza al verdadero culpable de la historia: el abandono de las calles habaneras, donde los baches son más comunes que los semáforos funcionando. Esos huecos se llenan de agua con cualquier llovizna, y claro, se vuelven trampas mortales.
Varios internautas no se anduvieron con rodeos: “Gracias a esas motos es que la gente se mueve en La Habana, porque si te pones a esperar la guagua te vas a morir de viejo”, soltó un señor bien encendido. Otra usuaria fue más directa: “Es más fácil tapar un bache que eliminar un medio de transporte que está resolviendo”.
Y no faltó quien apuntara al caos total en la calzada de San Miguel, ese tramo que va desde la Ruta 10 hasta el estadio. “Eso no hay quien lo transite, ni carro, ni guagua, ni moto… ahí el peligro es general”, dijo una joven conductora, con toda la razón del mundo.
Aunque algunos señalaron que los triciclos no son los más seguros para llevar pasajeros, la mayoría coincidió en que el verdadero peligro no son ellos, sino el abandono vial, la falta de señalización y la escasa preparación de quienes conducen en esas condiciones tan precarias.
Desde hace ya un buen tiempo, los triciclos eléctricos y a combustible se han convertido en salvavidas para muchos cubanos ante el colapso del transporte público. El problema es que, aunque el número de estos vehículos ha crecido como la espuma desde 2024, la infraestructura y las leyes para regular su uso siguen en pañales.
Y eso se ha notado. Con cada vez más de estos artefactos circulando, los accidentes han ido en aumento, y la mayoría de las veces por lo mismo: calles hechas leña y falta de control.
Uno de los casos más tristes ocurrió en diciembre de 2024, cuando un niño perdió la vida en un choque entre un triciclo y un camión en La Habana. Otro accidente reciente en Sancti Spíritus, donde un triciclo se vio envuelto con un vehículo de la Brigada Especial, también dejó varios heridos.
Según los últimos datos oficiales, entre enero y marzo de este año ya van 1,738 accidentes de tránsito reportados en toda Cuba. Aunque eso representa una pequeña baja respecto al año anterior, las muertes aumentaron de 146 a 173. Más accidentes evitables, más dolor innecesario.
