Lo que debía ser un último adiós lleno de respeto y dignidad terminó convertido en una escena dolorosa y absurda. El ataúd en el que fue trasladado a Cuba el cuerpo de Yannelis de la Caridad Casales Antón, la joven cubana víctima de feminicidio en Jacksonville, Florida, fue quemado por trabajadores de Servicios Comunales y del sector necrológico en Santiago de Cuba. Así mismo, como lo lees.
Las imágenes del féretro ardiendo, compartidas por el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, dejaron a muchos con el corazón apretado y el estómago revuelto. En el video se ve claramente cómo un ataúd visiblemente deteriorado es rociado con combustible y prendido fuego, sin más ceremonia que unas cuantas llamas. Según denunció Mayeta, todo apunta a que la quema fue una maniobra de los directivos del sector para ponerle punto final al escándalo que venía generando ruido desde que el cuerpo de la joven llegó a la isla.
Yannelis, de solo 30 años, fue brutalmente asesinada el 30 de marzo por su expareja, Carlos Yordanis Aldana, en un acto de violencia que sacudió tanto a la comunidad cubana en Estados Unidos como a muchas personas dentro de la isla. Luego de una intensa campaña en GoFundMe, su familia logró repatriar el cuerpo para cumplir su último deseo: descansar en su tierra, Santiago de Cuba.
Pero al llegar allá, lo que debía ser un sepelio digno se convirtió en otra pesadilla. A pesar de que la caja había sido adquirida con esfuerzo y amor desde el extranjero, la administración de la funeraria se negó a usarla en el entierro, alegando que “no cabía” en las bóvedas disponibles del cementerio Santa Ifigenia. Así, el cuerpo de la joven fue enterrado en una caja común de fabricación nacional, dejando el ataúd original, donado con tanto sacrificio, completamente al margen.
Un video anterior del propio periodista había levantado sospechas, mostrando cómo varios hombres cargaban la caja vacía en un camión sin dar explicaciones. Eso, sumado a la falta de transparencia y el silencio institucional, encendió las redes con una ola de críticas desde todas partes.
“La velaron en su caja, pero no quisieron enterrarla con ella. Mucha muela. Y al final, alguien se quedó con eso…”, contó una fuente cercana, citada por Mayeta. La posterior quema del féretro parece más bien una acción desesperada para apagar las llamas de la polémica.
Todo esto se suma al malestar general que existe sobre el estado deplorable del sistema funerario en Cuba. No hay infraestructura adecuada, faltan carros fúnebres, y los trabajadores del sector a duras penas tienen condiciones para hacer su trabajo con respeto. Encima de eso, muchos denuncian que en cementerios como Santa Ifigenia, solo hay espacio para quienes tienen dinero o una “palanca” poderosa.
El caso de Yannelis ha dejado una herida abierta. No solo por el feminicidio atroz que la arrancó de este mundo, sino por la manera tan fría y desorganizada en que se manejó su último adiós. En vez de cerrar el ciclo con humanidad, la situación se convirtió en otra muestra de cómo la desidia institucional puede convertir hasta la muerte en un acto burocrático sin alma.