El reconocido humorista cubano Ulises Toirac, figura clave del humor crítico en la isla, anunció que se baja del ring político en sus redes sociales. Tras años metiendo el dedo en la llaga y diciendo verdades como puños, ha decidido dejar de comentar públicamente sobre la situación en Cuba.
En un post reciente en Facebook, Toirac soltó su verdad sin filtros: está cansado de hablarle a un país que, según él, parece no reaccionar. “Es como arar en el desierto”, escribió, dejando claro que, aunque ha tratado de sacudir conciencias, lo único que ha ganado es quedarse marcado por decir lo que piensa.
Un Primero de Mayo que le pasó factura
El comediante, con ese ojo agudo que lo caracteriza, centró su reflexión en lo que vivió durante el desfile del Primero de Mayo. Aseguró haber notado esa doble cara que muchos cubanos se ven obligados a mostrar: por dentro molestos, desilusionados, pero en la calle fingiendo entusiasmo para evitar líos. Esa desconexión entre el sentir real y la imagen pública, dice Toirac, le hace el juego al discurso oficial, que sigue vendiendo la idea de un pueblo feliz y agradecido.
“Yo me retiro de entre los mecánicos del taller”
El anuncio viene acompañado de una denuncia seria: desde septiembre de 2023, el Ministerio de Cultura lo ha ido apagando sin apagarlo oficialmente. Según Toirac, se les ha dicho a organizadores y promotores culturales que mejor no lo contraten, con lo cual lo han dejado prácticamente sin espacio para actuar, y por tanto, sin ingreso.
“No me dejan trabajar precisamente por eso”, confesó. Y aunque deja atrás el comentario político, no abandonará del todo el humor, solo que lo enfocará “con otros propósitos”. En un tono entre la rabia y la resignación, soltó: “Esto no hay quien lo arregle, compay… y yo me retiro de entre los mecánicos del taller”.
Una voz que se apaga en medio del silencio generalizado
Toirac no ha sido un humorista más. Durante años, fue una de las pocas voces en el sector cultural cubano que se atrevió a hablar con claridad, señalando desde la miseria cotidiana hasta la censura institucional, pasando por la pérdida de valores y el desgaste moral.
Su retiro de la crítica pública deja un vacío importante. Para muchos, es una señal de cómo el miedo y la frustración van ganando terreno. En un país donde cada vez son menos los que se atreven a alzar la voz, el silencio de Ulises pesa.
En medio de tantos aplausos fingidos y tantas palabras medidas, que un humorista como Toirac decida callar no es poca cosa. Es otro termómetro de cómo anda la cosa en Cuba, donde cada vez cuesta más decir la verdad sin pagar el precio.