Una joven cubana de apenas 20 años, identificada como Esther María Torres, terminó tras las rejas esta semana en Miami-Dade, acusada de ejecutar una peligrosa modalidad de robo que dejó a más de uno con la boca abierta: usar gas pimienta para despojar a sus víctimas de relojes de lujo y otros objetos caros en hoteles emblemáticos de Miami Beach.
Según la policía, la muchacha, que vive en Overtown, fue vista en dos incidentes distintos atacando a hombres en lugares turísticos de renombre. El modus operandi era tan simple como efectivo: rociaba el spray directamente en la cara del objetivo, los dejaba ciegos por unos segundos y en ese chance, ¡zas!, se llevaba lo que podía y salía echando humo.
Uno de los primeros casos documentados ocurrió el pasado 26 de marzo en el Hotel Breakwater, donde un turista internacional se quedó sin su reloj Hugo Boss y su billetera. Pero ahí no terminó la cosa. Solo cuatro días después, la historia se repitió, pero esta vez en el lujoso Fontainebleau, uno de los hoteles más icónicos de Miami. En esa ocasión, la joven supuestamente se había ganado la confianza del hombre hasta llegar a su habitación… y ahí lo sorprendió con el gas. Resultado: un Rolex Submariner valorado en $22,000 terminó en manos ajenas.
La investigación se calentó en abril, cuando un carro vinculado a uno de los robos fue detenido por la policía. Un hombre fue arrestado, y justo en ese momento, apareció Esther María en la escena. Su llegada, lejos de pasar desapercibida, encendió las alarmas entre los oficiales. Al compararla con la imagen que habían divulgado bajo el cartel de “persona a identificar”, no hubo dudas: era la misma mujer que buscaban.
Gracias a ese reconocimiento visual, los detectives lograron conectar los puntos y la arrestaron el pasado 15 de mayo, acusándola formalmente de robo a mano armada. Ya compareció ante la corte del condado de Miami-Dade y, por ahora, no tiene derecho a fianza.
Pero el caso de Esther María no es un hecho aislado. Todo apunta a que este tipo de delitos va en aumento en el sur de la Florida. Hace apenas unos días, otra mujer —Rachel Marie Warner, de 23 años y oriunda de Las Vegas— fue arrestada en Miami por un esquema parecido. La diferencia es que Warner, según las autoridades, usaba sustancias químicas para dormir a sus víctimas durante citas antes de robarles.
Aunque las técnicas cambian —unas con gas pimienta, otras con sedantes—, el patrón es el mismo: aprovechar momentos de cercanía, confianza o intimidad para ejecutar robos fríamente calculados. Y en varios casos, se sospecha que estas mujeres no actúan solas, sino que forman parte de redes más amplias.