El popular actor cubano Samuel Claxton falleció hace poco menos de una hora en La Habana, tras varias semanas atravesando un delicado estado de salud, según confirmó en redes sociales hace apenas unos minutos la conocida directora de casting del ICRT Libia Batista Mora; quien se estuvo preocupando él y ayudándolo con pedidos constantes de ayuda para cubrir sus necesidades básicas.
Claxton, nacido en Camagüey en 1943, tenía 82 años y venía atravesando una delicada situación de salud, marcada por múltiples padecimientos y una preocupante falta de atención institucional. En las últimas semanas, las redes sociales se llenaron de llamados urgentes para conseguirle pañales desechables, sondas vesicales, y otros insumos básicos que no estaban siendo provistos por el sistema de salud cubano. “¡Necesitamos de su ayuda, familia hermosa!”, decía una publicación reciente de la plataforma Cubaactores, en uno de los tantos llamados desesperados por su bienestar.
“Gracias por la atención. Ya tengo la silla de ruedas para el actor Samuel Claxton”, escribía Batista Mora hace apenas unos días, tras lograr conseguir ese recurso esencial gracias al apoyo colectivo. Fue ella quien, a pulmón, logró articular campañas solidarias para aliviar en algo la pesada carga que arrastraba Claxton, luego de haber sido operado de un carcinoma de vejiga y sometido a una nefrostomía percutánea un año después.
A pesar de sus logros y su vasta trayectoria —con más de 60 películas en su haber y papeles inolvidables como Mantilla en “Su propia guerra”— Claxton vivía en condiciones alarmantes. Desde hace un tiempo había tenido que dejar su vivienda en Alamar, porque ya no podía subir escaleras. En ese nuevo espacio, más accesible, vivía bajo el cuidado constante de su esposa, y prácticamente aislado, dependiendo únicamente de la solidaridad de algunos colegas y ciudadanos que no lo dejaron caer del todo en el olvido.
La noticia de su partida ha provocado una ola de tristeza entre seguidores, actores y amantes del arte en Cuba. “Es inaceptable que una figura de su talla haya tenido que vivir sus últimos años pidiendo lo básico”, expresó una usuaria en redes, reflejando el sentimiento general de indignación ante el abandono de figuras clave de la cultura nacional.
Samuel Claxton fue mucho más que un actor. Fue un rostro entrañable, un símbolo de entrega escénica, y un nombre ligado a momentos memorables del audiovisual cubano, desde filmes como La última cena y Caravana, hasta obras teatrales icónicas como María Antonia y Santa Camila de La Habana Vieja.
Hoy, el silencio pesa más. No solo porque se apaga una voz poderosa del escenario cubano, sino porque su historia final nos recuerda, con crudeza, cuán ingrato puede ser el olvido en una nación que aún no sabe cuidar a sus leyendas.
Descansa en paz, Samuel. Cuba te debe mucho.