En medio de la desesperación que empuja a tantos cubanos a lanzarse al mar con tal de dejar atrás la crisis, ocho personas —seis hombres y dos mujeres— terminaron detenidas por autoridades mexicanas tras llegar de forma irregular al puerto de El Cuyo, un rinconcito pesquero del municipio de Tizimín, en el estado de Yucatán.
Todo empezó cuando vecinos del lugar vieron algo raro en la costa y no tardaron en avisar. La Policía Municipal y agentes de la Secretaría de Seguridad Pública se presentaron rápido y encontraron al grupo, visiblemente agotado y sin muchas fuerzas para hablar. Según contaron, habían salido desde Cuba con la idea de tocar tierra estadounidense. Pero como pasa en tantas de estas travesías, el mar les jugó una mala pasada y su embarcación se hundió cerca de las costas yucatecas.
«No nos quedó de otra que buscar ayuda donde fuera», dijeron entre líneas los migrantes, quienes fueron atendidos de inmediato por las autoridades. Les dieron agua, algo de comida y atención médica, pues algunos venían con síntomas de deshidratación después de días enfrentando el sol, la sal y el miedo en altamar.
Una vez estabilizados, fueron entregados al Instituto Nacional de Migración (INM), cuyos agentes los trasladaron a Mérida, donde se definirá su situación legal de acuerdo con la ley migratoria mexicana.
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El mar Caribe, ruta de esperanza y riesgo para los cubanos
Esta historia no es única ni aislada. Cada vez son más los cubanos que se lanzan al mar desde la isla con la esperanza de alcanzar suelo mexicano, y desde ahí seguir rumbo al norte, a Estados Unidos. La situación interna de Cuba —económica, política y social— sigue empujando a la gente a buscar salidas, aunque sean peligrosas y precarias.
Hace solo unos meses, un crucero de Royal Caribbean rescató a 11 balseros cubanos en el canal de Yucatán. Los migrantes estaban en peligro de naufragio y fueron llevados a Cozumel, donde recibieron asistencia médica y humanitaria.
Y no mucho antes de eso, la Marina mexicana, junto con la Guardia Costera de EE. UU., rescató a otros ocho cubanos que habían sido avistados a más de 100 kilómetros del puerto de Progreso, flotando a la deriva.
El Cuyo, aunque tranquilo y conocido por su ambiente turístico, se ha convertido en una especie de puerto inesperado para estos balseros cubanos. Su ubicación frente al Caribe lo pone justo en la ruta de los que se lanzan al mar buscando una nueva vida.