Después de dos décadas batallando con el frío nórdico, una cubana le puso fin al invierno del alma y decidió volver a su tierra con toda su familia. Ella, su esposo y su hija emprendieron el regreso definitivo a Cuba, y compartieron en redes la emoción de echar raíces otra vez donde todo comenzó.
En un video que publicó en TikTok bajo el usuario @grechenmaria, se ve cómo el esposo y la niña cargan bloques y meten mano en la construcción de lo que será su nuevo hogar en la isla. La escena es sencilla, pero tiene un peso emocional tremendo: no es solo una casa, es un sueño en forma de concreto.
“Volver a Cuba ha sido siempre mi deseo. Estar allí sin tener que mirar atrás, sin ese regreso obligado al frío, a la oscuridad, a la soledad que se siente cuando estás lejos de lo tuyo,” escribió la cubana con el corazón en la mano. La publicación, como era de esperarse, desató una avalancha de reacciones en redes.
Mientras se tiran los cimientos de su casita, ella lanza la pregunta al aire: “¿Volver para siempre? ¿Cuántos no lo desean aunque no lo digan? Nosotros estamos listos para vivir donde de verdad somos felices.” Y sí, felicidad para muchos significa regresar a la tierra que los vio crecer, aunque las condiciones no siempre estén de lo más fáciles.
La historia ha generado un gran revuelo digital. Hay quienes aplauden el valor de volver, de conectar con las raíces, de reconstruirse desde lo más profundo. Pero también hay quienes no lo ven con tan buenos ojos. Algunos comentarios reflejan molestia, incredulidad o incluso sarcasmo.
Uno de los usuarios soltó con tono burlón: “Te lo ganaste, mija… los apagones, las colas, la basura, la chusma, y no te olvides del Bebeshito.” Otro fue más duro: “Ni con un millón de dólares regreso yo a esa dictadura. Voy a ver a mis abuelos, sí, pero vivir ahí… ni loco.” Y hubo quien fue más dramático: “En mi testamento dejé claro que me entierren en cualquier parte, menos en Cuba. Solo de pensarlo me da angustia.”
Estas opiniones tan polarizadas reflejan una realidad compleja que muchos cubanos conocen bien. El dilema entre quedarse afuera o regresar a casa no es solo cuestión de dinero o comodidades. Se trata de identidad, de pertenencia, de cómo cada quien mide lo que realmente necesita para sentirse pleno.
Y aunque no todo el mundo entienda esa decisión, lo cierto es que para esta familia, el regreso no es una renuncia, sino un acto de reafirmación. Porque a veces, irse es fácil… pero volver, volver de verdad, es lo que lleva coraje.