Si algo ha dejado claro Sandro Castro, el nieto fiestero de Fidel, es que siempre logra ser tema de conversación… aunque sea por las razones más absurdas. Esta vez, volvió a encender las redes con un video donde se le ve montado a caballo, con camisa de camuflaje y cerveza Cristal en la mano, como si fuera un guajiro salido de un musical psicodélico.
El clip, que ha rodado por Facebook, Instagram y hasta X (Twitter), muestra a Sandro en lo que parece una finca, actuando como si fuera un vampiro que se encuentra con un gladiador. Sí, así mismo: ni sentido, ni contexto, ni lógica… solo él y su delirio con un traguito en la mano. El show termina con un entusiasta “¡Salud!” mirando directo a cámara, como quien brinda por los problemas de los demás.
Y como era de esperarse, la gente no se aguantó. En la página “Pilar de Cuba”, donde se publicó el video, los comentarios se soltaron como si fuera una verbena. “Yo quiero de lo que él fuma”, escribió alguien. Otra usuaria, Ana Gabriela, soltó: “Yo lo veo y pienso que él está muy mal… luego recuerdo que los que estamos mal somos nosotros”. Y uno que se fue más duro, Yosvani Pérez, escribió: “Eso es para que vean cómo se ríe de todo un pueblo con sus payasadas”.
Pero la crítica que más sonó fue la de la propia Pilar de Cuba, quien se despachó diciendo: “Hasta Sandro Castro se burla del cínico lema ‘Unidos venceremos’… y lo compara con la funcionalidad de sus testículos. Vergüenza damos”. La frase se viralizó y fue replicada en páginas y perfiles de cubanos dentro y fuera de la isla. ¿Humor negro o desesperación disfrazada de sarcasmo? Un poco de todo.
Más allá del video, lo que realmente ha hecho explotar la conversación es el simbolismo detrás de la figura de Sandro: mientras millones de cubanos sobreviven en medio del apagón, el desabastecimiento y la frustración diaria, el nieto del comandante anda montando caballo, con Cristal fría y haciendo videos como si estuviera en un sketch de Saturday Night Live.
Y claro, no es la primera vez que se convierte en el blanco de memes y comentarios. Desde sus fiestas con reguetón en yates hasta sus opiniones delirantes sobre política, Sandro se ha convertido en el símbolo perfecto del “mientras tú haces cola, yo me emborracho”.
En un país donde las redes se han convertido en la única válvula de escape para denunciar, criticar y reír por no llorar, este tipo de contenidos no pasan desapercibidos. Porque al final, no es solo un video ridículo: es un recordatorio de cómo vive la élite mientras el pueblo resuelve como puede.
