La leyenda del modelaje cubano, Norka Méndez, vuelve a ser noticia, esta vez no por su elegancia o sus tiempos gloriosos en pasarelas internacionales, sino por una situación que ha conmovido profundamente a quienes la recuerdan como símbolo de belleza y distinción.
Tras circular en redes una imagen suya con el rostro visiblemente golpeado, las alarmas se dispararon. La modelo, de 86 años, sufrió hace un mes una caída en su propia casa que la dejó sin dientes y con parte del rostro dormido. A partir de ahí, el silencio que la rodeaba comenzó a romperse gracias a la presión en redes y a los mensajes de apoyo.
La visita de la nueva directora municipal de Cultura del Cotorro marcó un pequeño giro en su situación. Según contó el director de arte Luis Lacosta, la funcionaria estuvo un buen rato con Norka y le llevó frutas, algo que, en palabras del propio Lacosta, “le hacían muchísima falta”. También aseguró que las autoridades se comprometieron a ayudar en lo que puedan. “Ya estamos más tranquilos”, añadió con alivio.
La preocupación por Norka no es poca. El actor cubano Antonio Arroyo, uno de los primeros en visibilizar su caso, activó una cuenta para recibir donaciones que puedan cubrir sus gastos médicos y necesidades básicas. “Sé que unos vecinos la llevaron al hospital el día del accidente, y le hicieron lo que había que hacer. Pero está sola. Llamé a un amigo en España para que al menos le dé un poco de consuelo”, escribió en redes.
Para quienes no la conocen, Norka no es cualquier figura del pasado. Fue musa y esposa del mítico fotógrafo Alberto Korda, quien inmortalizó su imagen y con quien tuvo dos hijas. Su rostro engalanó revistas y vitrinas en los años 50 y 60, cuando paseaba su elegancia por las calles de La Habana y, más tarde, por las casas de moda europeas. Llegó incluso a modelar para Christian Dior en París y lució joyas de las marcas más lujosas del continente.
Compartió escena con gigantes del espectáculo, como Frank Sinatra y Marlon Brando. Pero el tiempo, que no perdona, la ha arrinconado en la soledad y la precariedad.
A pesar de los homenajes que ha recibido en los últimos años —como el que le hizo la Fábrica de Arte Cubano en 2019 o una universidad estadounidense que la invitó a posar de nuevo— su día a día cuenta otra historia, una mucho más dura y triste.
Ella misma lo decía con esa mezcla de sarcasmo y nostalgia que solo la vida puede enseñar: “No me siento olvidada, soy un fantasma… De vez en cuando aparecen fotos mías por todas partes”.
Hoy, ese fantasma vuelve a hacerse visible, no desde las páginas de una revista, sino desde un grito silencioso por ayuda y reconocimiento. Porque una mujer como Norka no merece ser olvidada.
