En plena crisis nacional, con apagones eternos, neveras vacías y un pueblo más que agotado, Miguel Díaz-Canel volvió a encender la chispa del disgusto popular con unas declaraciones que han dejado a más de uno con la boca abierta. Esta vez fue durante una visita oficial al municipio de Esmeralda, allá por Camagüey, donde intentó vender optimismo… pero le salió el tiro por la culata.
Mientras caminaba por la comunidad de Aguacate, el gobernante soltó que “aunque hay apagones, problemas con la comida y la medicina, y aunque esas cosas no se van a resolver de inmediato, en cada municipio hay una obra y resultados positivos”. Así, sin ruborizarse.
El país arde… y él habla de «resultados positivos»
La cita, publicada por el diario oficialista Adelante, cayó como bomba en las redes. No es para menos. Los apagones ya pasan de las 20 horas diarias en algunas zonas, la inflación no perdona, y encontrar un paracetamol es casi un milagro. Entonces, ¿de qué resultados habla?
Lejos de proponer algo concreto que alivie la angustia de millones, Díaz-Canel repitió su mantra gastado de “resiliencia” y “creatividad”, como si con palabras bonitas se resolvieran los apagones o aparecieran los medicamentos.
Ese discurso reciclado que ya nadie compra refleja una desconexión total con la realidad del cubano de a pie, ese que carga agua en cubos, cocina con leña y vive mirando al cielo por si llega una bolsita de pollo.
Molino, arroz y más de lo mismo
Como parte del paseo mediático, el mandatario también visitó el molino arrocero “17 de Mayo”, que pertenece a la empresa «Ruta Invasora». El sitio procesa unas 30 toneladas diarias, mayormente de arroz traído por campesinos. Hasta ahí, todo bien… pero como es costumbre, no hubo ni cifras claras ni promesas con fechas concretas. Solo la visita de rigor, fotos con sombreros y promesas que ya nadie cree.
Díaz-Canel también dijo estar interesado en la salud pública, el programa materno-infantil y el empleo local. Pero quienes viven allí saben que nada mejora y todo sigue igual o peor. No hay médicos, no hay medicinas, y mucho menos empleo digno.
Menos pantalla y más realidad
Curiosamente, la televisión cubana cada vez le dedica menos tiempo a sus discursos durante estos recorridos. Será que hasta los del ICRT saben que ya nadie se traga el cuento. Pero en las redes, la cosa es otra: cada palabra del mandatario desata una tormenta de críticas, burlas y rabia contenida, porque ya el pueblo está cansado de tanta “creatividad” mientras no hay ni una vela para alumbrar la noche.