¿Te imaginas tener un carro de casi 40 mil dólares y no poder disfrutarlo como se debe? Pues eso mismo le está pasando al pintor cubano Maykel Herrera, que acaba de comprarse un flamante Dongfeng T5 EVO, pero no puede sacarle todo el jugo… y no por falta de gasolina, sino por culpa de las carreteras destruidas de Cuba.
Así como lo lees. El reconocido artista anunció emocionado en redes sociales que había comprado este vehículo de alta gama en La Habana. Se trata de un modelo valorado en 38,900 dólares, que pagó al contado, sin crédito ni financiamiento, mediante una transferencia internacional (porque así es como se compran estos lujos en Cuba: cash y en moneda dura).
Y sí, el Dongfeng no es cualquier cacharro. Este modelo, de origen chino, está entre los más caros disponibles actualmente en Cuba. Los precios de esta marca en 2025 oscilan entre los 21 mil y los 38 mil dólares, así que lo que compró Maykel es de lo mejorcito que se puede conseguir ahora mismo en la isla.
La propia empresa que vende estos carros lo celebró en sus redes: “Gracias Maykel Herrera por preferirnos”, dijeron, con una foto del artista posando junto a su nueva máquina. Y claro, no faltó la frase promocional: “un carro poderoso y encantador”.
Pero aquí viene el twist que nadie esperaba: Maykel no puede usar el carro como se debe. ¿Por qué? Porque las calles en Cuba no están hechas para carros así. Él mismo lo explicó en un video: “El carro tiene una caja Magna alemana de siete velocidades que no voy a poder usar al 100%. Y con la velocidad, ni hablar del tema”.
El Dongfeng T5 EVO puede alcanzar hasta 195 km/h, gracias a su motor turboalimentado de 197 caballos de fuerza y su sistema de doble embrague. Pero todo eso es casi inútil cuando tienes que esquivar baches como cráteres lunares, lidiar con tramos de carretera en ruinas y respetar límites de velocidad ridículamente bajos.
Ni siquiera en la autopista nacional se puede correr a gusto, porque las condiciones del pavimento son tan malas que sería un suicidio ir a esa velocidad.
Y ahí está el gran contraste: un carro moderno, diseñado para carreteras europeas, circulando en una red vial que apenas sirve para bicicletas. El lujo, el confort y la tecnología, estrellándose contra la realidad tercermundista de las calles cubanas.
Además, muy pocos en la isla pueden siquiera soñar con un carro así. Mientras Maykel posa feliz con su Dongfeng, millones de cubanos siguen batallando a diario con guaguas repletas, camiones adaptados o “botellas” eternas en el sol. El contraste es brutal, pero también tristemente normal en el Cuba de hoy.
Maykel no tiene la culpa de las calles ni del sistema, pero su testimonio deja claro que ni el éxito te garantiza calidad de vida en un país donde los servicios más básicos son un lujo para la mayoría.