La farándula cubana en Miami volvió a calentarse, y esta vez las protagonistas del drama digital son Camila Guiribitey y Aly Sánchez, dos pesos pesados del entretenimiento online que, al parecer, ya no se llevan ni con guantes. Lo que alguna vez fue una amistad bien afincada ahora se tambalea al ritmo de indirectas con veneno dulce.
Las redes, como siempre, fueron el escenario perfecto para dejar caer las pullas. Camila, con esa seguridad que la caracteriza y el flow de quien no le teme a nada, lanzó un video en Instagram que encendió el avispero. Con una sonrisa de oreja a oreja, dijo sin pena: “Aplausos para mí por mi creatividad… Ser original no cuesta, inténtalo un día de estos.”
Y como para que no quedaran dudas, remató con ese sabrosón cubano de: “Al que le sirva el zapato, que se lo ponga.”
Claro, no pasaron ni diez minutos y ya había cerrado los comentarios. ¿Casualidad? Más bien parecía un “te lo dije, pero no me respondas”. Los seguidores, que no se les va una, enseguida empezaron a sacar conclusiones y a conectar punticos.
Y como esto es Miami y no hay quien se quede callado, Aly Sánchez no se hizo la boba. Subió su propio video, con la misma música de fondo, pero cambiándole el guión. Su frase fue directa al hígado:
“Aplausos para mí que gracias a mi silencio tienes buena reputación.”
Pum. Golpe sin nombre, pero con destinatario claro.
Aunque ninguna mencionó a la otra de frente, las miradas, los gestos, el tono… todo hablaba por sí solo. Las redes se llenaron de teorías, memes y hasta “análisis” del lenguaje corporal de cada una. La gente ya no necesita confirmaciones: cuando dos figuras públicas empiezan a lanzarse indirectas con tanto estilo, el show se arma solito.
Este rifirrafe elegante —porque no se han dicho de todo, pero casi— nos deja viendo claro cómo ha cambiado la manera de pelear en tiempos de redes sociales. Lo que antes se arreglaba con una llamada o, en el peor de los casos, un portazo, ahora se convierte en contenido viral con millones de vistas y montones de “me gusta”.
Detrás de los filtros y los maquillajes perfectos, estas influencers también viven sus rollos personales, solo que en vez de ocultarlos, los convierten en parte de su narrativa. Cada post, cada historia, cada “broma” tiene una carga emocional que los fans saben leer mejor que un radar.
Así, la pelea sin nombres entre Camila y Aly pinta más que un chisme pasajero. Es el reflejo de un fenómeno más grande: cómo las figuras públicas cubanas en el exilio construyen y defienden su imagen, en un espacio donde el silencio, muchas veces, dice más que mil palabras.