La cosa se ha puesto más dura que un pan de tres días para muchos cubanos que sueñan con reunirse con sus familias en Estados Unidos. La Embajada de EE.UU. en La Habana está siendo más estricta que nunca con los visados del programa de reunificación familiar, justo cuando las restricciones migratorias están al rojo vivo.
Desde Miami, el diplomático Mike Hammer, quien lleva la batuta como Encargado de Negocios en la sede diplomática, dejó claro en una conferencia de prensa que las reglas del juego han cambiado. A preguntas sobre el futuro del programa, reconoció que la embajada sigue comprometida con ayudar a las familias a reencontrarse, pero dejó caer que la cosa no es tan sencilla como antes.
«Sabemos lo sensible que es el tema. Nuestra misión sigue siendo unir familias, pero de manera legal, como manda la ley», dijo Hammer, aludiendo al marco migratorio que heredaron de la era Trump, donde el trato hacia los inmigrantes no fue precisamente una caricia.
El problema es que ahora están siendo mucho más exigentes con cubanos que han tenido vínculos recientes con el Partido Comunista de Cuba (PCC). Según el propio Hammer, se están reforzando las leyes estadounidenses que prohíben otorgar visas a quienes ocuparon cargos importantes en el PCC o militaron activamente hasta hace poco.
Y esto no es teoría. Ya se están viendo los efectos. Hay cubanos que, con todo en regla, se han topado con un portazo en la cara porque trabajaron para empresas estatales. Uno de esos casos fue el del padre de Liadys Madrazo, a quien le negaron la visa sin haber sido militante del partido, solo por su empleo anterior en una empresa del gobierno.
«El equipo consular hace lo mejor que puede con la información que recibe. Lo que no queremos es ver a los represores dándose la vida buena por South Beach, tomándose un mojito como si nada», soltó Hammer sin pelos en la lengua. Y aunque sus palabras arrancaron alguna risa nerviosa, el mensaje fue claro: quieren evitar que lleguen personas ligadas al aparato represivo del régimen cubano.
Pero esta postura ha encendido las alarmas. Muchos cubanos que han seguido el camino legal ahora sienten que están pagando justos por pecadores. Abogados de inmigración en Miami ya reportan decenas de casos de visas negadas por criterios que, más que políticos, parecen estar ligados al tipo de trabajo que tuvieron en la isla.
Hammer insistió en que cada caso se revisa con cuidado, y que cuando hay dudas o apelaciones, las decisiones pueden revisarse. Pero también recalcó que “hay que entender el dolor que siente el pueblo cubano cuando ve que un represor disfruta del sueño americano como si nada hubiera pasado”.
Aunque no han soltado cifras oficiales, lo que sí es evidente es que la embajada ha puesto más trabas que nunca, y muchas familias están quedando en el limbo, atrapadas entre la burocracia, el exilio emocional y la frustración.