En medio del ya habitual viacrucis de apagones, la termoeléctrica Antonio Guiteras, en Matanzas, volvió a caerse del sistema como si fuera una ficha de dominó más en el enredo eléctrico de Cuba. Esta vez, un problema técnico la sacó de circulación al filo del mediodía de este viernes, justo cuando más falta hacía.
Según soltó la Unión Eléctrica (UNE) en sus redes sociales, el fallo se desató a las 12:31 p.m., cuando el Calentador de Aire Regenerativo B (CAR B) —pieza clave para que todo el engranaje funcione como debe— dijo “hasta aquí llegué”.
La avería, para ser exactos, fue en el grupo de arrastre del motor de corriente alterna, que se soltó del acople que lo conecta con el resto del sistema. En buen cubano: algo se partió por dentro y dejó a la planta fuera de juego.
Pero la UNE, con su tono clásico de “tenemos todo bajo control”, aseguró que el problema ya estaba en manos de los técnicos, que comenzaron las reparaciones de inmediato, y que si todo sale bien, la Guiteras podría estar de vuelta en la madrugada.
Una pieza clave del rompecabezas eléctrico
Que esta planta se apague no es cualquier cosa. La Guiteras es la de mayor capacidad unitaria del país, y cuando se apaga, se siente desde Pinar del Río hasta Guantánamo. Su caída es un golpe durísimo al Sistema Electroenergético Nacional (SEN), que ya anda medio moribundo con déficits que superan los 1.500 megavatios y apagones que se repiten como pan con tortilla.
“El componente que falló está en una zona de fácil acceso, lo cual facilita su reparación”, explicó Jorge Gómez Sánchez, jefe de producción en la planta. Esa ventaja técnica es lo único que mantiene cierto optimismo en el ambiente, pero no quita que el panorama general sea más oscuro que nunca.
Y es que cada vez que una planta como esta se cae, lo que queda expuesto es la fragilidad de todo el sistema eléctrico en Cuba, que depende de un puñado de centrales envejecidas, sobreexplotadas y con más achaques que un carro de los años 50.
Promesas que siguen en el aire
El gobierno ha tirado líneas al futuro, prometiendo recuperar 500 MW en tres años y llegar a 2030 con una matriz energética donde el 70 % se genere con combustibles nacionales y el 24 % venga de renovables. Suena bonito, pero mientras tanto, la realidad sigue encendida… o más bien, apagada.
En lo que se resuelve el enredo y la Guiteras vuelve a acoplarse al SEN, el país seguirá operando al límite, y ya se sabe lo que eso significa: más apagones, más velas, más calor sin ventilador y más desesperación.