En medio del caos económico que se vive en Cuba —apagones eternos, comida desaparecida y un ánimo nacional por el piso—, Sandro Castro, nieto del fallecido Fidel, decidió volver a hacer lo que mejor se le da: desconectarse por completo del país real y protagonizar otro show digno de memes.
Esta vez, el joven heredero del apellido más pesado de la Isla apareció en redes soltando una “anécdota” que ni en una novela de ciencia ficción tendría sentido. Con tono romántico y frases rebuscadas, Sandro narró cómo conquistó a una muchacha llevándola a la playa en un día “de Sol bueno y mar de espuma” mientras le ofrecía una caja de Cristal como si fuera champán francés.
Todo esto lo contó, muy suelto de cuerpo, tomando un capuchino en la terraza de un bar, como quien no tiene un pueblo hambriento al lado. Y para rematar el cuadro surrealista, se puso a citar a Martí, mezclando poesía con cerveza, sol y galanteo improvisado.
Un performance que nadie pidió, pero todos comentan
El video no tardó en volverse viral. Pero no por admiración, sino por la cantidad de burlas, críticas y memes que provocó. En una Cuba donde la desesperanza se ha vuelto rutina, ver al nieto del dictador soltando disparates con tono de poeta trágico fue como echarle sal a la herida del pueblo.
Los comentarios no se hicieron esperar. «Tu abuelo a tu edad ya era dictador y tú estás aquí recitando para vender Cristal», soltó un usuario entre risas. Otro fue más sarcástico: «Ay Martí, si supieras que ahora tus versos se usan para invitar a la playa con cervezas».
Y es que lo que provoca Sandro va más allá del humor. Muchos expresan desilusión, vergüenza ajena y hasta pena. «Este es el mayor logro de la revolucionsh cubanash», decía un comentario entre risas y rabia. Incluso hubo quien soltó: «Por eso tu abuelo no quería que pusieran internet en Cuba».
Algunos internautas llegaron a preguntarse si el muchacho sufre algún tipo de trastorno, porque lo suyo ya pasa de lo absurdo a lo preocupante. Otros lo acusan de manosear sin pudor símbolos patrios y figuras históricas para armar sus “actuaciones de influencer en crisis”.
¿Broma, parodia o distracción calculada?
Entre el circo que arma y las reacciones que genera, muchos ya lo llaman «el rey del cringe», una especie de bufón que sirve de cortina de humo para que la gente se ría un rato y no piense demasiado en el apagón o la libreta vacía.
De hecho, no faltó quien pidiera que los delirios de Sandro sean analizados en el programa oficialista “Con Filo”, ese espacio donde el régimen lanza su artillería contra activistas y periodistas. Porque si se trata de “desinformar”, como tanto les gusta decir, el nieto anda haciendo méritos por cuenta propia.
Un símbolo de lo que quedó del poder
La figura de Sandro Castro se ha convertido, sin quererlo, en una caricatura dolorosa del derrumbe moral de la élite comunista cubana. Mientras la Isla se hunde, él flota en su mundo de espuma, poesía reciclada y capuchino caro. El contraste es tan grotesco que ya ni provoca indignación… provoca risa, pena, y una frase que muchos repiten con amargura:
«¡Ay, Fidel, baja en puyas y mira esto!»
Porque si hay algo que resume lo que sienten miles de cubanos al ver estos espectáculos, es esa mezcla de risa, rabia y resignación. Mientras tanto, la realidad sigue su curso: dura, apagada y sin espuma de mar.