La periodista retirada Nora Susana López Díaz falleció este viernes en el hospital provincial de Ciego de Ávila, tras más de una semana luchando por su vida. Su muerte, justo en la víspera de su cumpleaños, ha dejado a muchos con el corazón en la mano y con una sensación amarga que no se borra fácil.
La noticia fue confirmada por el también periodista y activista Guillermo Rodríguez Sánchez, quien lamentó el fallecimiento de quien fuera una figura destacada en el ámbito mediático de la provincia. Durante años, Nora fue voz y pluma de medios como el semanario Invasor y la emisora Radio Surco, donde su estilo firme y conocimiento profesional dejaron huella.
Todo cambió a mediados de mayo, cuando fue atropellada por una motorina conducida por un menor de edad, que no solo la embistió, sino que además se dio a la fuga. Aunque luego fue identificado por las autoridades, el daño ya estaba hecho.
Rodríguez Sánchez compartió que los testigos no se ponen de acuerdo sobre si el joven iba en motorina o en bicicleta, pero todos coinciden en algo: iba a una velocidad que no era para una zona urbana. La policía, por su parte, sigue metida en la investigación para esclarecer cómo ocurrió exactamente el accidente.
Lo más desgarrador es que Nora quedó tendida en plena calle, sin ayuda inmediata, hasta que unos buenos samaritanos se acercaron y la trasladaron al hospital. Lamentablemente, sus heridas eran tan severas que su cuerpo no resistió.
Aunque años atrás fue una mujer respetada y reconocida por su labor, muchos avileños la vieron en sus últimos tiempos caminando por las calles, pidiendo limosna, visiblemente desmejorada. No está claro cómo llegó a esa situación de vulnerabilidad, pero es evidente que hubo un abandono —familiar, social o institucional— que la arrastró a ese punto.
Tras conocerse su fallecimiento, las redes se llenaron de mensajes de pesar y llamados de justicia. Uno de los comentarios más compartidos decía: “La pobre no merecía morir así, y menos un día antes de su cumpleaños. Que en paz descanse”. Otro usuario, visiblemente afectado, escribió: “Era brillante, pero muchos no la entendían. Su conocimiento era admirable y su forma de hablar, firme. Es triste cómo terminó sus días”.
La historia de Nora Susana no solo es trágica; es también una advertencia, una de esas que nos recuerda que en Cuba muchos profesionales terminan olvidados, y que la vulnerabilidad puede llegarle hasta a quien una vez tuvo una voz fuerte en los micrófonos.