El viaje de Luisito Comunica a Cuba ha levantado más olas que la costa del Malecón en un día de tormenta. Y no precisamente por mostrar playas paradisíacas. El influencer mexicano, con más de 44 millones de seguidores en YouTube, decidió darse un paseo por la isla y documentarlo todo… pero según muchos, la cosa huele más a guion oficialista que a aventura espontánea.
José Raúl Gallego, periodista independiente cubano, no se mordió la lengua. Desde sus redes soltó una reflexión que muchos comparten en voz baja: “Con cada video, Luisito deja claro por qué la Seguridad del Estado le abrió las puertas de Cuba como si fuera un VIP”. Y no es solo una corazonada, Gallego respalda su afirmación con lo que se ve —y lo que no— en los videos del youtuber.
Entre mojitos, tabacos y restaurantes emblemáticos, Luisito le mete propaganda hasta al arroz congrí. Desde un segmento promocionando el monopolio estatal del tabaco, hasta entrevistas con chefs del régimen hablando de una “cocina de resistencia” en el Hotel Nacional, cada toma parece sacada de un folleto turístico diseñado por el Ministerio de Cultura.
Gallego apunta que lo de Luisito no es un caso aislado. Lo compara con esas maniobras “de alto perfil” tipo Team Asere o Ana de Armas como embajadora silenciosa, donde el régimen logra colar su narrativa usando rostros famosos para suavizar la realidad. “Todavía hay quienes no se han dado cuenta de la maquinaria detrás de estos movimientos”, soltó el periodista con tono resignado.
Pero aunque no se sepa aún a ciencia cierta qué tan calculado fue el viaje, lo que sí es evidente es el efecto: el pueblo cubano lo sintió como un trago amargo. En especial cuando Luisito publicó su video sobre la comida cubana. Lo que para él fue una ruta culinaria divertida, para muchos fue una burla involuntaria. Miles de cubanos se volcaron a las redes diciéndole que jamás en su vida habían probado los platos que él mostraba.
El propio Luisito tuvo que salir a disculparse: “Me rompe el alma leer comentarios de cubanos diciéndome que nunca han podido probar lo que muestro en el video”, escribió en sus redes. Lo que pretendía ser un homenaje a la cocina criolla, terminó desnudando la desigualdad y la escasez que marca el día a día del cubano promedio.
El rapero El B también se montó en la ola crítica. En su Instagram publicó versos incendiarios contra el régimen y contra el influencer: “Romantizando la miseria y la decadencia… Te llevaron a la única bodega pintada”. Porque para muchos, lo que hizo Luisito fue embellecer una Cuba maquillada, lejos de las ruinas, los apagones y las colas interminables.
A pesar de la polémica, el primer video de su serie sobre Cuba ya sobrepasa los ocho millones de vistas. Pero más allá del éxito en YouTube, la visita de Luisito deja un sabor agridulce entre los cubanos que, desde adentro y el exilio, sienten que la isla no necesita más romanticismo, sino visibilidad cruda y sin filtros.
Y es que una cosa es turistear por La Habana Vieja, y otra muy distinta es vivir en un barrio donde la electricidad se va 14 horas al día y el pollo es un recuerdo lejano. Por eso, cada vez que un influencer se presta —consciente o no— para lavar la cara al régimen, se encienden las alarmas. Porque en Cuba, hasta un video de YouTube puede ser usado como cortina de humo.