Ni 24 horas después de las protestas que sacudieron Bayamo por los apagones y la escasez, el gobierno cubano se apareció con su jugada más vieja que el dominó: montar ferias de comida como quien echa un par de cubitos en una olla vacía. Esta vez, el show fue en Pilón, uno de los municipios de Granma, y como no podía faltar, las fotos llegaron bien rápido a Facebook, cortesía de Dayamis Silva Lara, trabajadora del Partido Comunista.
En las imágenes se ven los estands con productos del agro, maíz incluido, y un cartelito que reza: “feria de sábado al alcance de todos”. Aunque suene bonito, la gente sabe que esto es más maquillaje que solución real. No es la primera vez que el régimen usa estas ferias como parche exprés para calmar el fuego del descontento. Ya en Santiago de Cuba aplicaron el mismo libreto: sacan arroz o pasta, lo reparten en poquísima cantidad y encima lo presentan como si fuera una victoria.
La escena se repitió esta semana. Tras el estallido en Bayamo y también en Cienfuegos, la respuesta no fue un cambio profundo, sino más de lo mismo: repartir comida en ferias relámpago y presumir de la logística en la prensa oficial. Mientras tanto, el pueblo sigue fajado con apagones que duran más de 36 horas y con refrigeradores que están más vacíos que promesa de campaña.
La madrugada del viernes 24 de mayo no fue tranquila en lo absoluto. Bayamo y Cienfuegos se encendieron otra vez. En el reparto La Bayamesa, vecinos salieron con linternas en mano, coreando consignas y chocando con las fuerzas represivas, que llegaron con boinas negras y hasta perros. La cosa no se quedó solo ahí. En el Parque Martí de Cienfuegos también hubo gritos, agitación y resistencia. Aunque algunos intentaron minimizarlo en redes, los videos y los testimonios hablan claro: el pueblo está diciendo basta.
Y no es casualidad. Las protestas recientes son el eco de lo que se viene sintiendo hace rato en el oriente del país. Santiago, Holguín y ahora Bayamo están gritando lo que muchos piensan pero no se atreven a decir en voz alta: “¡Queremos comida!” y “¡Abajo la dictadura!”. La gente está harta de vivir del invento, de colas eternas, de un sistema que no arranca ni con empujones.
Claro, las ferias de alimentos alivian un poco… pero no curan el hambre estructural ni arreglan la economía rota que nos ahoga. Lo que Cuba necesita no son más carpas llenas por un día, sino una solución real y sostenible que acabe con la dependencia de donaciones, el apagón permanente y la comida por cuotas.
Porque como dice el cubano de a pie: “Una feria no tapa un caldero vacío todos los días”.