Magdiel Camejo no es influencer, ni actor, ni famoso. Pero su historia se ha hecho viral en TikTok por algo mucho más poderoso: es real. Este cubano, que en la Isla manejaba un taxi, hoy trabaja a decenas de metros de altura en un andamio en Galicia, España, jugándosela todos los días en una obra. Y lo hace con una sonrisa, con orgullo, y con una frase que lo resume todo: “Aquí hay trabajo. Duro, pero no mata”.
Desde La Coruña, entre cascos, arneses y varillas de hierro, Magdiel se grabó contando lo que muchos piensan pero pocos dicen. “En Cuba era taxista y me encantaba, pero al venir para España tuve que coger lo que hay”, dice sin drama, sin lamento, pero con una sinceridad que atraviesa la pantalla.
“Hay que trabajar en lo que aparezca: hierros, albañilería, lo que sea”, añade. Él no tiene la ciudadanía española, solo residencia, pero eso no le ha impedido buscarse la vida. “El trabajo es duro, pero aquí se puede vivir. Hay que comer, compadre”.
Uno de los puntos más valientes del testimonio de Magdiel es cuando reconoce que esto no es solo sudor físico, también hay que soltar el orgullo. “Aquí hay que dejar atrás los títulos, el ego… y meterle con lo que haya”. Y sí, aunque alguien en los comentarios le dijo que podía volver a ser taxista en España, él respondió con esperanza: “Ya lo lograré algún día”.
También habló del miedo, especialmente al vértigo. “Pensé que no podía. Pero la necesidad me obligó. Las alturas dan miedo al principio, pero es cuestión de respeto”.
Su video ha provocado una ola de testimonios similares. Una exdefectóloga en Cuba ahora limpia casas en Madrid. Una dentista con 15 años de experiencia limpia hoteles y cuida ancianos. Y todos repiten la misma idea: están lejos de casa, pero están en paz. No por el trabajo que hacen, sino porque lo hacen con dignidad.
Magdiel no vende sueños. Dice la verdad. “Aquí no es llegar y estar en una oficina o manejando un taxi. Aquí hay que trabajar fuerte. Yo gano 1,200 euros al mes, que se me van en la renta, luz, agua y algo de comida”. Pero, como él mismo dice, tener un trabajo que te cubra lo básico ya es un alivio.
“Esto es una escuela. No estás donde quieres, pero estás aprendiendo. Solo hay que dejar que el tiempo pase, y vendrán cosas mejores”. Y termina con fe, como solo puede hacerlo quien ha tocado fondo y ha vuelto a levantarse: “Sí se puede. Con fe y deseos, todo se puede intentar conseguir”.
Magdiel representa a miles. No es solo un cubano sobre un andamio. Es la voz de todos los que han dejado su tierra, su título, su vida, para empezar de cero. Y que, aunque no tengan el trabajo de sus sueños, se sienten orgullosos de estar echando pa’lante.