El influencer cubano radicado en Miami, Alex Otaola, volvió a armar candela en su programa, y esta vez el blanco de sus críticas fue nada más y nada menos que Mike Hammer, jefe de la Embajada de Estados Unidos en La Habana.
La bronca se encendió por las recientes visitas de Hammer a casas de opositores y activistas en varias provincias cubanas, algo que, según Otaola, no tiene ni pies ni cabeza si se toma en cuenta lo que constantemente se denuncia sobre represión, acoso y vigilancia por parte del régimen.
“Este señor está negando todo lo que se viene denunciando hace años”, dijo Otaola visiblemente molesto, mientras comentaba unas imágenes donde el diplomático aparece paseando, muy tranquilo, con familiares de figuras de la disidencia, entre ellas la esposa de José Daniel Ferrer. El presentador dejó claro que, para él, eso no es solidaridad, sino más bien un mensaje confuso que el régimen puede usar a su favor.
“¿Con qué cara después va la embajada a denunciar atropellos si el propio diplomático sube fotos paseando con la gente que supuestamente está siendo reprimida?”, soltó Otaola, que no se guardó nada. Para él, el accionar de Hammer le da oxígeno a la dictadura y mina el trabajo de años de los opositores cubanos.
“Antes los disidentes no podían ni cruzar la calle sin que los montaran en una patrulla”, recordó, comparando esa realidad con la aparente libertad con la que ahora se mueven ciertos opositores junto al diplomático. “¿Esto ayuda a Ferrer o lo hunde más?”, se preguntó, con tono entre indignado y desconfiado.
Otaola también aprovechó para recordar con nostalgia la labor de diplomáticos anteriores como Mara Tekach, que según él, sí le plantaba cara al castrismo. Con Hammer, sin embargo, el influencer siente que el enfoque es más suave, y eso no le convence para nada. “Ese viejo está trabajando para la dictadura”, soltó sin rodeos.
Hammer responde caminando las calles de Cuba
Mientras se desatan estas polémicas, Mike Hammer sigue recorriendo la isla con una agenda que, según dice, busca conocer de primera mano la realidad del pueblo cubano. “Para entender a un pueblo, hay que estar con él”, declaró el diplomático, que ha sido visto visitando desde casas humildes hasta sitios emblemáticos como El Cobre, el santuario de la Virgen de la Caridad.
También ha tocado puertas de figuras marcadas por el 11J, como el joven músico Abel Lescay, condenado por manifestarse en aquellas históricas protestas. Hammer insiste en que su objetivo es escuchar, aprender y conectar con los cubanos de a pie, en medio de una situación donde la pobreza, la desesperanza y la represión se sienten cada vez más fuerte.
Mientras algunos ven estas visitas como gestos valientes y humanos, otros –como el propio Otaola– temen que el régimen las use como una vitrina de tolerancia que no existe.
Desde que llegó al cargo en 2024, el diplomático ha apostado por una estrategia más visible y cercana al pueblo, en un contexto cubano que arde por todos los costados. Pero ese mismo estilo lo ha puesto en el ojo del huracán, tanto entre quienes lo acusan de hacerle el juego al régimen como entre los que lo ven como una nueva cara de la diplomacia estadounidense que intenta buscar puentes sin dejar de señalar abusos.