Lo que parecía una jornada tranquila en la sede de la Gran Logia de Cuba terminó convirtiéndose en un día que muchos ya califican como histórico para la masonería cubana. Este domingo, cientos de masones se plantaron firme en el emblemático edificio habanero y lograron lo que durante meses se les había negado: la destitución del polémico Gran Maestro Mayker Filema Duarte.
El ambiente estaba tenso desde temprano. Filema llevaba tiempo negándose a convocar elecciones, aferrado al cargo como clavo ardiendo. Pero los masones, lejos de quedarse de brazos cruzados, se movilizaron con fuerza: 121 miembros de la Gran Logia y 117 representantes de logias provinciales exigieron una sesión extraordinaria. Y no fue un berrinche ni una pataleta: era una jugada bien pensada y apegada a las normas masónicas, como reportó el medio independiente Cubanet.
“No fue por gusto ni de un día para otro,” contó uno de los masones presentes en el acto. “Probamos todas las vías legales, incluso las no masónicas, para que se respetaran nuestras leyes internas. Pero Filema se cerró en banda, y lo peor es que el MINJUS no solo miró para otro lado, sino que lo respaldó. Eso fue un irrespeto total”.
La gota que derramó la copa llegó cuando Filema suspendió la sesión de la Alta Cámara, el órgano legislativo de la institución, donde debía definirse el futuro de su mandato. Con eso, alargó lo que muchos dentro de la Logia llamaron una «dictadura institucional». No fue sorpresa entonces que los masones decidieran actuar por su cuenta y restablecer el orden.
A falta de Filema y sus funcionarios —que brillaron por su ausencia—, los presentes decidieron en mayoría nombrar a Juan Alberto Kessel Linares como nuevo Gran Maestro, al menos de forma provisional, hasta que se celebren elecciones generales en septiembre.
Pero la cosa no terminó ahí. Según testigos, Filema mandó a cerrar todos los locales de la Logia para intentar frenar la reunión, así que los masones —con determinación y simbolismo— se congregaron frente a la estatua de Carlos Manuel de Céspedes, justo afuera del teatro, mientras la policía los observaba de cerca.
En un documento filtrado por Cubanet, Filema justificó la suspensión anterior con una lista de excusas: que si no había condiciones, que si había riesgo de escándalos, que si su vida corría peligro por supuestas amenazas y campañas de prensa independiente. Todo eso fue visto como un intento burdo de aferrarse al poder.
Y es que su historia en el cargo ya venía con cola. Filema fue elegido Gran Maestro después de la renuncia de Mario Urquía Carreño, quien salió por la puerta de atrás tras verse envuelto en un escándalo de corrupción que incluyó el desvío de miles de dólares y más de 4 millones de pesos.
A pesar de que su mandato debía durar solo seis meses, Filema se negó a soltar el timón, incumpliendo el acuerdo de convocar a elecciones. Ante eso, los masones llevaron sus quejas al Ministerio de Justicia con pruebas en mano, pero la respuesta fue el silencio. Miriam García, directora de Asociaciones del MINJUS, hizo oídos sordos y, según denuncian, le dio la espalda a la legalidad masónica.
“Esta Institución es de los masones cubanos, no del gobierno ni de ningún caudillo que quiera imponerse”, dijo otro miembro, visiblemente indignado. “Nosotros nos debemos a nuestros principios, y si alguien intenta dominarnos desde afuera, va a chocar con nuestra dignidad”.