En medio del enredo y la molestia que tienen muchos santiagueros con el tema del reparto de la comida, el gobierno provincial salió al paso para aclarar: los productos donados por países amigos no se venden, se entregan gratis. Nada de estar mezclándolos con las ventas por la libre ni con el comercio en MLC.
Así lo explicó este domingo Edelva Marín Medina, quien coordina Programas y Objetivos en el Gobierno de Santiago de Cuba, durante una intervención en la emisora CMKC, justo cuando el descontento popular anda a flor de piel y las colas se hacen eternas.
“El arroz que mandó Venezuela se reparte sin costo alguno”, aseguró la funcionaria, y añadió que se entrega en paquetes de 900 gramos o 1 kilogramo en cinco municipios: Mella, Palma Soriano, Guamá, Contramaestre y Santiago de Cuba.
Eso sí, no todo el mundo verá ese arroz. En lugares como Altamira y El Cobre Bajo —en la propia ciudad cabecera— no recibirán esta vez, porque ya les tocó su cuota de siete libras correspondiente a marzo. Según dijo Marín, no hay segunda vuelta, “ni bono extra” como diría un vecino de a pie.
Para los que quedaron fuera del arrozazo, como Segundo Frente, San Luis, Songo La Maya y Tercer Frente, lo que llegó fue pastas alimenticias, ya sea coditos o espaguetis. La cantidad depende del peso: dos paquetes si son de 400 o 500 gramos, uno solo si el paquete es de 1 kg.
También se reparte sardina enlatada, pero con condiciones. Esta es solo para niños de 0 a 13 años y adultos mayores de 65. Y aunque se entrega ahora, se marcará en la libreta como parte de marzo. Nada de adelantarse con los timbiriches.
El azúcar también forma parte del donativo, y llegará a casi todos los municipios, menos Mella y Guamá, que ya recibieron lo correspondiente en abril. Viene en bolsas selladas, para que no haya “malos entendidos” ni juegos raros en la distribución.
Este nuevo reparto se da justo cuando el gobierno ha comenzado a entregar alimentos pendientes desde marzo. El detalle es que este gesto coincide —por casualidad o no— con las protestas recientes en Santiago, Bayamo y Cienfuegos, donde el pueblo salió a la calle a quejarse de los apagones y del hambre que no da tregua.
Y es que en Cuba, las donaciones se han vuelto la tabla de salvación para sostener la canasta básica, porque la producción nacional está por el piso. En abril, por ejemplo, Vietnam envió 10 mil toneladas de arroz, un respiro frente a la escasez feroz de este alimento tan esencial en la mesa cubana.
Pero la raíz del problema está clara: en 2024, Cuba solo logró producir el 30 % del arroz que se cosechaba en 2018. ¿La causa? La misma de siempre: sin insumos, sin combustible y con tierras abandonadas, es imposible echar hacia adelante. Por eso, ahora el 100 % del arroz normado viene de afuera, y eso significa más gasto en divisas en un país donde las finanzas están que crujen.
Los números no mienten. La producción nacional de carne de cerdo, viandas, huevos, leche, frijoles y hortalizas también ha caído en picada, confirmando lo que muchos ya viven en carne propia: una crisis alimentaria de marca mayor.
Hasta el propio Partido Comunista tuvo que reconocerlo a finales de 2024: la política agrícola ha fracasado rotundamente. Años de centralismo, falta de incentivos, burocracia asfixiante y poca libertad para producir han convertido la agricultura cubana en un laberinto sin salida.