El 26 de mayo, justo a plena tarde, dos reclutas cubanos perdieron la vida trágicamente mientras cumplían su turno de guardia en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, en Artemisa. Según reportes del medio independiente 14ymedio, una guagua los arrolló directamente en su garita, dejando a uno muerto en el acto y al otro sin poder sobrevivir al traslado hacia el hospital.
Hasta el momento, el régimen no ha dicho ni pío. Pero las redes sociales, como es de esperarse, están encendidas con indignación, sobre todo porque el suceso vuelve a poner bajo la lupa una práctica que muchos consideran obsoleta y peligrosa: el Servicio Militar Obligatorio en Cuba.
Jóvenes con sueños truncados por una obligación impuesta
Los muchachos eran oriundos de Najasa, en Camagüey, y San Germán, en Holguín. Aunque el gobierno no ha soltado los nombres, en Facebook varios amigos y conocidos identificaron a uno de ellos como Maykel Castillo Rivera, confirmado por el periodista camagüeyano José Raúl Gallego. “Otra muerte en el Servicio Militar Obligatorio que no debió ocurrir”, escribió Gallego, que ahora reside en México.
El otro joven sería Jeiler Suárez, según publicaciones compartidas por el usuario Ezz Kimico Yordanis, quien se presenta como amigo del fallecido.
Ambos estaban prestando servicio en una garita de control cuando, según testigos, el chofer de una guagua perdió el dominio del volante y se les vino encima sin darle tiempo a nadie de reaccionar. Algunos aseguran que el vehículo tenía problemas en los frenos; otros mencionan que iba volando en exceso de velocidad. Por ahora, no hay una versión oficial sobre qué fue exactamente lo que pasó.
¿Y el chofer? Está vivo. A pesar de que algunos rumores lo dieron por muerto, se encuentra ingresado en el Hospital Calixto García de La Habana, donde ya fue operado y se encuentra en estado estable, según comentarios publicados en redes.
Silencio oficial y homenajes divididos
Sobre los velorios, el panorama también está lleno de incertidumbre. Algunos afirman que las familias de los jóvenes rechazaron cualquier presencia del aparato militar en sus despedidas, mientras que otros sostienen que sí se realizaron actos con honores. Lo cierto es que no hay ninguna nota institucional pública al respecto, lo que deja espacio para especulaciones, malestar y rabia contenida.
El accidente revive una vieja discusión: ¿por qué seguir obligando a los jóvenes a enrolarse en filas militares, cuando Cuba no está en guerra ni lo ha estado por décadas? Muchos se hacen la misma pregunta. Y más ahora, que las condiciones dentro del SMA parecen más riesgosas que formativas.
Como dijo Gallego, con contundencia: “En una Cuba sin dictadura, el Servicio Militar es de las primeras cosas que será abolida”. Y con cada nueva muerte, esa idea se fortalece en el imaginario colectivo.
Una cadena de tragedias que no para
Lo ocurrido en el Mariel no es un caso aislado. A principios de 2025, una explosión en un almacén militar en Holguín cobró la vida de 13 personas, nueve de ellas también jóvenes reclutas. Aquel evento aún deja un sabor amargo, sobre todo por el secretismo con el que fue manejado por las autoridades.
Por su parte, organizaciones religiosas, activistas y ciudadanos de a pie han comenzado a alzar la voz. Piden el respeto a la objeción de conciencia, el cese del reclutamiento forzoso, y que no se siga empujando al Servicio Militar a jóvenes con problemas médicos o psicológicos.