La paciencia se agotó en La Kaba, un barrio de Manzanillo, cuando la noche del domingo 25 de mayo los vecinos salieron con cazuelas en mano a protestar, hartos de pasar más de 20 horas sin electricidad. El sonido metálico de las ollas retumbó por las calles como grito de protesta, reflejo de un descontento popular que ya no cabe en silencio.
La gente está encendía, y no es precisamente por el calor. El país entero sufre los embates de una crisis energética que se hace sentir con más fuerza en los hogares humildes, donde la oscuridad se ha vuelto parte del menú diario. Pero esa noche en Manzanillo, los vecinos decidieron que ya era suficiente.
Tres manifestantes terminaron detenidos por la policía, según reportes de Martí Noticias. Dos de ellos fueron liberados tras pagar una multa de 10 mil pesos, cifra que para muchos cubanos es casi una sentencia económica. El tercero, Yongel Quiala, seguía bajo custodia al menos hasta el martes.
Desde redes sociales, Idelisa Diasniurka Salcedo Verdecia denunció que Addel Céspedes, otro de los participantes en la protesta, fue golpeado brutalmente por las autoridades. “¡No puede ni pararse del daño que le hicieron! ¡Es un abuso!”, escribió. Céspedes vive en Concepción, entre Purísima y San Salvador, y su familia confirmó las lesiones.
José Fonseca, otro vecino, resumió el sentir de muchos con una frase que lo dice todo: “De 24 horas, solo tuvimos dos con corriente”. Es difícil pedir paciencia cuando la comida se echa a perder, los niños sudan sin descanso y el día a día se convierte en supervivencia.
Pero lo ocurrido en Manzanillo no fue un caso aislado. La furia popular se encendió también en otras partes del país. En la madrugada del viernes 24, hubo reportes de protestas en Bayamo y en Cienfuegos. En Bayamo, los vecinos del reparto La Bayamesa llevaban más de 36 horas sin electricidad. En videos compartidos en redes, se les ve caminando con linternas, gritando sus reclamos entre sombras.
En otra zona, la calle 22, testigos aseguran que las autoridades respondieron enviando boinas negras con perros. Aun así, la presión funcionó: la luz volvió poco después.
En Cienfuegos, en el icónico Parque Martí, se escucharon gritos en medio de la madrugada. Aunque algunos dudaron de la veracidad del video, muchos residentes confirmaron que el descontento es real y sigue creciendo.
La raíz de todo esto es una crisis eléctrica que parece no tener fin. Según la Unión Eléctrica (UNE), el 27 de mayo la demanda energética del país superaba por mucho la capacidad disponible: casi 3 mil megavatios necesarios frente a solo 1,970 MW generados. Eso dejó a más de un millón de cubanos en tinieblas, literalmente.
Las causas del apagón permanente son muchas: roturas en las plantas, mantenimientos eternos, falta de combustible y, para colmo, 74 centrales de generación distribuida fuera de servicio, lo que representa otra pérdida de 512 MW. Una receta perfecta para el colapso.