El calor se viene con fuerza y, como si no bastara, el gobierno cubano ya adelantó que los apagones seguirán dándole candela al pueblo durante julio y agosto. Nada nuevo bajo el sol, pero sí una señal clara de que la crisis energética sigue tan campante como siempre… y sin señales de solución a la vista.
Fue el propio periódico Trabajadores el que soltó la bomba, dejando claro que este verano, otra vez, la corriente será un lujo por horas. En vez de alivio, el artículo oficialista confirma lo que ya se comenta en las colas y en los portales: no hay combustible, las termoeléctricas están medio fundidas y la demanda no para de subir.
Lázaro Guerra Hernández, que es el jefe de electricidad del Ministerio de Energía y Minas, no maquilló la cosa: la generación esperada rondará los 1,935 MW, mientras que la demanda puede treparse hasta los 3,500 MW. ¿Resultado? Más de 1,500 MW de déficit y apagones diarios de mínimo cuatro horas por cabeza, aunque ya sabemos que en la práctica eso se queda corto.
Un déjà vu energético con promesas recicladas
Según el régimen, la gran “estrategia” es seguir metiéndole mano a los parques solares. Dicen que podrán dar un respiro en horarios muy puntuales, sobre todo entre las 11:30 am y las 3:30 pm. Pero ni ellos mismos se hacen ilusiones: eso no alcanza ni para cubrir un bache, mucho menos para estabilizar la red nacional.
También se habla de “mantenimientos profundos” a las viejas termoeléctricas, aunque no se trata de arreglos serios, sino más bien de “parchecitos” para que no se acaben de caer a pedazos. Si el diésel llega (y eso es un gran “si”), algunos motores de generación distribuida podrían revivir… pero nada es seguro.
La Guiteras, en Matanzas, y la Felton 1, en Holguín, están en la lista para salir de servicio antes de que explote el verano, con el cuento de que es mejor arreglar ahora que lamentar después. Pero ya Lázaro Guerra dejó caer que la Guiteras tendrá que volver a parar a fin de año para un mantenimiento capital. O sea, prepárense para más apagones en diciembre también.
El pueblo, como siempre, pagando los platos rotos
Mientras en las oficinas del poder se reparten explicaciones y promesas, el cubano de a pie enfrenta el calorón sin corriente, sin gas para cocinar y con el sudor a mares en plena madrugada. La gente se queda a oscuras, sin abanico, sin refrigerador y con la incertidumbre diaria de no saber si habrá luz por la noche o si habrá que dormir con el abanico de cartón en la mano.
Las promesas se repiten, los discursos también, pero la vida real se va poniendo cada vez más dura. Lo que hay son medidas paliativas, parches temporales que no resuelven el problema de fondo. Porque el sistema eléctrico cubano está fundido, reventado, y nadie se atreve a decir que hace rato colapsó.
Mientras tanto, los de arriba siguen montados en aviones, yendo a cumbres internacionales, haciendo gala de diplomacia, y echándole la culpa de todo al “bloqueo”. Pero lo que no pueden esconder es que no han sabido —ni querido— arreglar un sistema eléctrico que se les fue de las manos desde hace años.
