La madrugada del martes, Ciego de Ávila amaneció con el alma partida en dos. A eso de las 3:00 am, tres delincuentes entraron a la casa de Adrián, un carpintero muy querido en el barrio, con la clara intención de robar. Lo que terminó pasando ha dejado a toda la comunidad en un estado de conmoción profunda.
Un crimen que estremeció al barrio
Adrián estaba durmiendo cuando los asaltantes se colaron en su cuarto. Sin darle tiempo ni de reaccionar, lo redujeron, le taparon el rostro con una almohada y le dispararon sin piedad. Fue un crimen cobarde, de esos que congelan la sangre.
En otras partes de la casa dormían su madre y sus dos hijos. Ninguno escuchó nada. Tal vez eso fue lo que les salvó la vida.
Los ladrones huyeron con una cadena valorada en más de mil dólares y un celular, aunque intentaron abrir una caja fuerte y no pudieron. Después de eso, escaparon dejando detrás una escena de horror y una familia destruida.
Dos detenidos y uno suelto: la investigación avanza, pero la angustia sigue
Según compartió en redes la usuaria Irma Broek, la policía ya logró atrapar a dos de los implicados. Son jóvenes, ninguno llega a los 20 años. Uno de ellos, con apenas 17, ya está colaborando con la investigación. El tercero, señalado como el que apretó el gatillo, todavía anda suelto y las autoridades lo están buscando con todo.
La noticia del arresto ha provocado una mezcla amarga de alivio y frustración. Por un lado, el barrio siente que se está haciendo justicia, pero por otro, la herida sigue abierta. Y no es solo por Adrián, sino por el miedo que se respira en las calles.
Adrián: mucho más que un carpintero
A este hombre no solo se le conocía por su oficio. Adrián era de esos que uno saluda con gusto, siempre con una sonrisa y dispuesto a ayudar. Apasionado por la carpintería, dejaba un pedacito de sí en cada mueble que hacía.
Las redes se han llenado de mensajes de amor y recuerdos. Una madre escribió: “Él hizo la cuna blanca torneada de mi hija, qué tristeza más grande”. Otra persona recordó: “Mi juego de comedor lo hizo él, y cada vez que lo veo, me acuerdo de su risa. Que Dios lo tenga en su gloria”.
Una comunidad de luto, un pueblo cansado
Este crimen no ha dejado indiferente a nadie. Desde que se supo la noticia, las redes sociales han hervido de indignación. Hay quienes no aguantan más tanta violencia y exigen cambios urgentes.
“¿Hasta cuándo van a seguir matando gente buena mientras los bandidos caminan campantes por las calles?”, escribió un usuario molesto. Otro fue más allá: “Ahora los cogen, les dan dos o tres años y después los sueltan como si nada. Así no se puede vivir”.
La conversación ha subido de tono en todos lados. Para muchos, este crimen refleja una crisis que va más allá del robo o la inseguridad. Es el retrato de un país que se desangra entre carencias, desesperación y un sistema de justicia que muchos ven como ineficiente o ausente.
Una herida que no cierra
Mientras siguen buscando al tercer implicado, la familia de Adrián intenta reponerse de la pesadilla. Su casa ya no suena a martillo ni a viruta de madera. Solo hay silencio, dolor y un vacío que no se llena con nada.
En medio de todo esto, hay un clamor que se repite de boca en boca, en la calle y en internet: “Queremos justicia, pero también queremos seguridad. Queremos vivir sin miedo”.
