En una Cuba donde conseguir una guagua es casi como ganarse la lotería, Oliver Zamora Oria, rostro habitual del oficialismo y corresponsal de RT en La Habana, anda estrenando carrito como quien se compró un juguete nuevo. El periodista, conocido por repetir las consignas del régimen con la misma soltura con que uno repite un estribillo de reguetón, ahora se desplaza con aire acondicionado, GPS y carrocería brillante gracias a un Bestune T55 negro que no tiene nada de proletario.
La joyita la consiguió en la agencia MCV Comercial S.A., y lo más curioso es que no lo escondieron ni un pelo. Publicaron con entusiasmo la “buena nueva” en Facebook, diciendo que el vehículo había sido elegido por Oliver para su “corresponsalía”. Y por si fuera poco, el post venía con guiños y emojis, como si estuvieran celebrando la compra de un Tesla por parte de Elon Musk, pero en versión cubana.
¿Un carro de lujo? ¡Pa’ eso sí hay!
Mientras el país entero lidia con apagones de horas, colas infinitas y una crisis de transporte que tiene a más de uno caminando de Marianao a La Habana Vieja, Zamora no se entera ni del polvo del camino. Su nueva nave es sinónimo de privilegio, de esa desconexión total con la vida del cubano de a pie que tiene que esperar tres horas en la parada y después pagar en MLC por una pizza sin queso.
Y es que claro, Oliver no es cualquier periodista. Es uno de los voceros estrella del castrismo, y como buen portavoz del guion oficial, su fidelidad viene con beneficios: buen carro, buen taller, recambios garantizados y ni una gota de sudor al bajarse a cubrir un evento.
Haila, Evyan y el club de los fascinados
Pero Zamora no está solo en esta pasión por los motores finos. Haila María Mompié, la que en su momento le dijo “Comandante, lo quiero mucho” a Fidel, también quedó loca con un Bestune, pero rojo encendido, que según ella es “para los malos ojos”. Lo vio en la Feria de Transporte en abril, y desde entonces parece estar soñando con él.
También el locutor deportivo Evyan Guerra se dejó enamorar por otro modelo de esta marca. Aunque aún no se sabe si le alcanza para comprarlo, su entusiasmo fue clarito.
Ahora, si hablamos de lujos que levantaron ronchas, el premio mayor se lo lleva Héctor Villar, quien desde Madrid se grabó explicando cómo comprar un Mercedes-Benz en Cuba a través de la misma agencia MCV. Su video, cargado de detalles sobre leasing, mantenimiento y talleres premium, ignoró olímpicamente que esa opción solo es viable para los que están bien conectados con el poder o tienen un negocio aprobado por “los de arriba”.
Pueblo sin guagua, voceros con aire acondicionado
El contraste es brutal. Mientras miles de cubanos se la ven negras para llegar al trabajo, llevar a los niños a la escuela o simplemente moverse, los rostros del oficialismo se pasean en carros modernos, como si vivieran en otro país. Y en cierto sentido, así mismo es: ellos viven en una Cuba paralela, una burbuja de privilegios donde no hay baches, ni apagones, ni colas eternas por un pomo de champú.
¿Y por qué tanta comodidad? Pues muy simple: la lealtad al discurso oficial se premia. Mientras más repitas que el problema es el “bloqueo”, más lejos te ponen de la parada de la 400. Mientras más escondas las protestas y los problemas reales del pueblo, más cerca estás de que te den un carro con leasing y garantía extendida.
¿Se acuerdan de Aixa Hevia? Esa sí tuvo su momento viral cuando la vieron en 2020, sombrilla en mano, esperando guagua como cualquier hija de vecino. Pero eso fue antes. Ahora parece que el que no tenga Bestune es porque no ha aprendido a repetir bien el libreto.
Un carro que dice más de lo que parece
El caso de Oliver no es solo una curiosidad. Su T55 reluciente es un símbolo descarado de la desigualdad que se vive en Cuba, donde los que defienden al régimen a capa y espada reciben premios silenciosos mientras el pueblo se rompe la vida en una lucha diaria por sobrevivir.
Y lo peor es que estos personajes siguen hablando de “el pueblo” como si lo conocieran. Pero la verdad es que hace rato que no se rozan con él, ni en una cola de farmacia ni en una parada de guagua. Su narrativa ya no huele a sudor ni a sol, sino a cinismo con aire acondicionado.
Mientras tanto, Cuba sigue rota, los apagones siguen picando y se extienden, y la única forma de avanzar parece ser callando o fingiendo que todo está bien. Pero no, no está bien. Y aunque los voceros se monten en Bestune, el pueblo sigue a pie… o en bicitaxi, si hay suerte.
