En un nuevo capítulo de realismo mágico versión cubana, el diario Granma ha soltado otra perla que no deja a nadie indiferente. Según un artículo firmado por el periodista Oscar Sánchez, la razón por la que Estados Unidos ha negado visas a funcionarios y exdeportistas cubanos no es otra que el “miedo” a los éxitos de Cuba. Sí, así como lo lees.
“El imperio no puede con la dignidad de esta islita que nunca se ha arrodillado”, viene a decir el texto, con ese tono épico que ya conocemos. Para Granma, Estados Unidos tiembla ante el ejemplo de “un pequeño país con la cabeza en alto y el pecho lleno de dignidad”, como si de una película se tratara. Y claro, al parecer esa es la razón por la cual varios representantes del deporte cubano no pudieron viajar recientemente a reuniones o competencias internacionales.
¿Prohibiciones o papelazo?
Según el texto, María Caridad Colón, primera campeona olímpica de América Latina, no pudo asistir a una sesión de Panam Sports porque no le dieron visa. También se quedaron sin viaje Roberto León Richard y Ruperto Herrera, del Comité Olímpico Cubano, que tenían compromisos en Miami y Puerto Rico. Y no fueron los únicos: catorce atletas quedaron fuera del Campeonato Mundial Máster en Gainesville y el equipo de baloncesto masculino ni se apareció por el clasificatorio de la Copa América.
Hasta ahí todo parece apuntar a un supuesto sabotaje gringo. Pero el artículo patina cuando intenta justificar estas ausencias con la idea de que Estados Unidos teme al “potencial” de Cuba en el deporte internacional.
¿De verdad?
¿Triunfos? ¿Cuáles?
La parte que Granma no menciona —porque no conviene— es que el deporte cubano ya no es ni la sombra de lo que fue. La lista de estrellas que han abandonado el país para triunfar en otras tierras es larga como una cola del agro. Desde Pedro Pablo Pichardo, que ahora vuela por Portugal, hasta Jordán Díaz, que lo hace por España, el talento cubano se ha ido por la libreta.
Ni hablar del béisbol. Cuba, tierra de peloteros legendarios, se ha quedado sin sus grandes figuras, muchas de las cuales ahora brillan en Grandes Ligas con contratos que no caben en la calculadora. El declive es tan evidente que hablar de “triunfos” suena más a nostalgia que a realidad.
El pasado glorioso como comodín eterno
Como ya es costumbre en la prensa oficial, se apela una y otra vez al pasado, como si de ahí se pudiera vivir eternamente. Los discursos siguen llenos de épica revolucionaria, pero en la calle la realidad es otra. El deporte se desmorona, al igual que la economía, la salud y la educación. Todo esto en medio de una crisis migratoria que parece no tener freno.
Entonces, ¿de qué triunfos habla Granma? ¿Cuáles son esos logros que supuestamente ponen nervioso al Tío Sam? Porque si el “enemigo histórico” realmente temiera algo, sería al talento cubano que escapa de la isla y luego se convierte en campeón… fuera del sistema.
Mientras tanto, la isla se vacía
La verdad es que no hay visas que oculten el verdadero problema: la fuga constante de talento y la desesperanza que empuja a muchos a buscar un futuro lejos del archipiélago. Cada deportista que cruza frontera con una mochila llena de sueños es otra muestra de que algo no está funcionando.
Así que si alguien le quiere comprar la historia a Granma, que lo haga. Pero lo cierto es que más que miedo, lo que hay aquí es un profundo desencanto. No con el talento cubano, que sigue siendo enorme, sino con un sistema que lo desperdicia y lo deja escapar.
Y eso, por más titulares rimbombantes que lancen, no lo pueden tapar ni con todo el papel periódico del mundo.