En el corazón de Jiguaní, allá en el Consejo Popular Santa Rita, el pueblo se tiró pa’ la calle este miércoles, cansado ya de los apagones eternos, el hambre y la falta de agua. Fue otra muestra más de que, cuando la olla de presión social explota en Cuba, no hay censura ni corte de internet que detenga la indignación.
La activista Idelisa Diasniurka Salcedo Verdecia fue quien le puso rostro a la protesta al compartir varios videos donde se ve a vecinos gritando consignas en plena calle. “¡Quitaron el internet, pero están en la calle!”, soltó en su perfil, dejando claro que, aunque el régimen se empeñe en callar a la gente desconectándolos, el desespero habla más alto.
Promesas sin gasolina
Intentando apagar el fuego con palabras, funcionarios del gobierno local salieron a dar la cara. Dijeron que sí, que tienen pipas para distribuir agua, pero que no pueden mover ni un tractor porque no hay combustible. Según explicaron, el poco petróleo disponible lo están destinando a mantener encendidos los grupos electrógenos en hospitales y otras zonas clave.
Pero esa justificación ya no convence. La gente no quiere oír más cuentos; quiere agua, luz, comida y un mínimo de respeto. Y lo que están recibiendo a cambio son justificaciones recicladas, mientras la realidad cada día aprieta más.
El malestar se contagia
Lo de Santa Rita no es un caso aislado. Esta misma semana, jóvenes universitarios en Guantánamo y Cienfuegos también salieron a protestar, al límite por la falta de electricidad, los malos alimentos en las becas y la vida cada vez más cuesta arriba. También se han visto manifestaciones en Santiago de Cuba, Bayamo y otros puntos calientes del oriente cubano.
La gente está harta. El sistema electroenergético está de cabeza, y con él, toda la vida cotidiana: desde la cocinita que no prende hasta el agua que no llega. La paciencia, sencillamente, se agotó.
La respuesta del poder: insultos y propaganda
Lejos de tender puentes o escuchar lo que grita el pueblo, Miguel Díaz-Canel sigue en su burbuja. En el episodio 30 de su pódcast Desde la Presidencia, volvió a llamar “antisociales” y “delincuentes” a los que protestan, como si con eso pudiera esconder el desastre. Hasta comparó esta ola de manifestaciones con el Maleconazo del 94, sugiriendo —una vez más— que todo es culpa del “enemigo externo”.
Pero el cubano de a pie no necesita que nadie lo manipule para saber que no tiene luz, ni agua, ni arroz en la cazuela. El descontento viene de adentro, bien cubano, nacido del hambre, del calor insoportable y del abandono institucional.
Cuba despierta, a pesar del apagón
Ni el apagón digital ni la represión están logrando contener lo que ya es imparable. La desesperanza se ha convertido en coraje, y ese coraje se ve en cada video, en cada grito, en cada paso que dan quienes deciden no quedarse callados.