Este jueves, el propio Miguel Díaz-Canel confirmó lo que ya se venía rumorando en ciertos círculos del poder: murió Abraham Maciques, un nombre que, aunque fuera del radar de muchos cubanos de a pie, fue uno de los grandes pesos pesados detrás del telón económico del castrismo durante décadas.
Desde su cuenta en X, el mandatario cubano lo despidió con palabras cargadas de solemnidad, diciendo que “la Revolución ha perdido a un leal soldado y eficaz empresario”, resaltando su cercanía con figuras históricas como Fidel Castro y Celia Sánchez, y recordando su papel en áreas como la ciencia, el turismo, el comercio y hasta la fundación del Palacio de Convenciones.
El hombre detrás de Palco
El Grupo Empresarial Palco —esa especie de fortaleza económica encargada de los eventos de lujo, la diplomacia oficial y los servicios premium para los altos mandos y sus invitados— también expresó su pesar. Para ellos, Maciques no solo fue su fundador, sino una pieza vital en su historia.
Maciques fue mucho más que un administrador. Desde que empezó en la Ciénaga de Zapata bajo órdenes directas de Fidel, hasta que presidió emporios como Cubanacán o Cubalse, su carrera siempre estuvo amarrada al corazón mismo del poder revolucionario. Era uno de esos hombres que sabían moverse entre los pasillos del Partido y las salas de reuniones con empresarios internacionales, manejando millones mientras mantenía un perfil discreto.
De Matanzas al corazón del castrismo
Nacido en Matanzas y de origen judío, Abraham conoció a Fidel Castro en 1959, cuando apenas comenzaba como funcionario en Turismo. De ahí pa’lante, su carrera fue en ascenso. Su presencia en Bahía de Cochinos, durante la invasión de Playa Girón, no solo reforzó su imagen de “soldado leal”, sino que lo metió de lleno en el círculo más íntimo de la Revolución.
Fue uno de los arquitectos del Palacio de Convenciones de La Habana y pieza clave del crecimiento turístico de la isla en los años 80, cuando aún se intentaba sobrevivir a la sombra de la Unión Soviética. Desde esa trinchera, Maciques tejió una red de empresas estatales que incluían hoteles, restaurantes, inmobiliarias, servicios logísticos y hasta agencias de cambio, todo manejado en divisas y con mano firme.
El escándalo y la resurrección
A mediados de los 90, su nombre quedó tocado por el escándalo. Lo vincularon con el notorio estafador Robert Vesco y con la fallida vacuna Troxidal, que prometía una cura contra el VIH y terminó en desastre. Fue cesado de sus cargos, pero como buen “hijo de la Revolución”, la protección de Fidel lo blindó de mayores consecuencias. Poco tiempo después, regresó a dirigir Palco como si nada.
El fin de una era
En 2021, su ciclo de poder terminó de forma oficial. El primer ministro Manuel Marrero lo apartó en una jugada que muchos vieron como parte de un reordenamiento dentro del régimen, con nuevos actores buscando espacio y viejos leales saliendo por la puerta lateral. Parte del emporio Palco fue absorbido por GAESA, ese gigante militar que ahora lo maneja casi todo en Cuba.
Desde entonces, poco se supo de Maciques. Se fue apagando en silencio, lejos de los reflectores y los discursos. Su fallecimiento no solo marca el final de su vida, sino el cierre simbólico de una etapa del castrismo donde lo empresarial y lo político iban de la mano, atado por la lealtad personal a Fidel.