En Cuba ya ni el gas quiere llegar. Un buque repleto de gas licuado de petróleo (GLP) se pasó casi cuatro meses parqueado frente a la costa de Santiago de Cuba, a la vista de todos, pero sin poder descargar ni una gota. ¿La razón? El régimen no tenía con qué pagar.
La confesión no vino de un chisme callejero, sino del propio ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, quien soltó la bomba durante el podcast oficial Desde la Presidencia, donde lo entrevistó el mismísimo Miguel Díaz-Canel.
“De los 150 días que van del año, en 117 no ha habido gas en Cuba”, reconoció De la O sin rodeos. Contó que el barco estaba ahí, anclado desde febrero o marzo, sin poder ser descargado porque el país no tenía financiamiento. Y lo que es peor, ni siquiera les daban “días de gracia” para abonar la deuda. O sea, el barco se veía desde tierra, como quien mira una promesa que no se cumple.
Según el ministro, aunque en algún momento lograron reunir el dinero, se toparon con otro muro: las sanciones y restricciones internacionales les impidieron mover esos fondos al proveedor. Así que, con la plata en mano, el régimen igual se quedó trancado, como si tuviera las llaves pero no la puerta.
“Nos hemos pasado meses con el dinero sin poder pagar”, dijo De la O, dejando claro que la crisis financiera del gobierno no es solo falta de billetes, sino también incapacidad para maniobrar en el escenario bancario internacional.
Finalmente, después de toda esa espera, se comenzó a descargar el barco: unas 1,300 toneladas de gas que parecían perdidas en el limbo. El ministro también mencionó que hay otro buque cargado y contratado, pero no se atrevió a dar detalles de su paradero ni a prometer que llegará a destino.
Desde finales de 2024, la escasez de GLP ha sido un martirio para los cubanos, que han tenido que hacer malabares para cocinar. Las colas por una simple “balita” de gas se han vuelto eternas, muchas veces bajo el sereno y con hambre encima.
Algunos han tenido que volver al carbón y la leña, como en tiempos pasados, en un retroceso brutal en la calidad de vida. El gobierno, en vez de soluciones reales, ha respondido con más papeleo: nuevos contratos, ajustes en la distribución, y regulaciones que no alivian la angustia del día a día.
Pero el problema del gas es solo una parte del gran apagón económico que vive la isla. La falta de combustible, los apagones interminables y la caída libre de los servicios básicos están haciendo mella en una población ya agotada.
No es casualidad que en marzo de 2024 estallaran protestas en el oriente del país. La gente ya no aguanta. La escasez, la falta de alimentos y los cortes constantes de luz han encendido el descontento social. Y mientras tanto, el régimen mira los barcos… pero no los puede tocar.