En medio del corre corre de rumores que se arman como espuma en las redes cubanas, la Unión Eléctrica (UNE) salió al paso este jueves para desmentir que la patana turca Suheyla Sultan se haya ido del país. Según ellos, ese cuento de que una de las centrales flotantes estaba alzando anclas y diciendo “adiós, Habana”, no es más que pura especulación.
«Es mentira que la patana turca se haya retirado», aseguró la UNE en un comunicado oficial publicado en sus canales habituales. Según la explicación, el buque visto moviéndose en la bahía es parte del operativo habitual de la compañía turca Karadeniz Holding, que tiene base logística en la capital. O sea, que se movió, sí, pero no se fue.
La aclaración llega justo cuando empezaban a circular con fuerza los rumores de que la patana estaba abandonando la isla, lo que encendió las alarmas entre muchos cubanos preocupados por la ya tambaleante situación del sistema eléctrico nacional.
Incluso el periodista oficialista Bernardo Espinosa puso su granito de arena en medio del revuelo, dejando claro en redes sociales que el barco avistado “forma parte del equipo de apoyo de Karadeniz” y que su presencia en la bahía no significa ninguna ruptura con el gobierno cubano.
El medio independiente 14ymedio fue uno de los que lanzó la alerta sobre una posible retirada de una de estas plataformas energéticas, en medio de un ambiente cargado de tensión por los apagones constantes y la inestabilidad en los contratos de generación eléctrica con empresas extranjeras. Sin embargo, la noticia no pudo ser confirmada por otras fuentes como CiberCuba, lo que aumentó la confusión.
Hay que recordar que las patanas turcas son ahora mismo una pieza clave en el rompecabezas energético cubano. Con las termoeléctricas nacionales echando humo —y no precisamente por estar funcionando bien—, estos buques flotantes han sido el parche para evitar que el país quede completamente a oscuras.
El gobierno ha apostado fuerte por este tipo de arreglos “temporales”, aunque ya llevan tiempo en las aguas cubanas. La población, mientras tanto, sigue sufriendo apagones interminables, cruzando los dedos para que esas patanas no se cansen de esperar por el pago.