En pleno Centro Habana, donde cada esquina tiene su cuento, una pareja de ladrones quedó grabada in fraganti mientras cometía un robo bien calculado en la cafetería La Flaca, situada en Gervasio, entre Neptuno y Concordia.
El dúo, con pinta de clientes comunes y corrientes, se movió con una coordinación que ni en los ensayos del ballet. La mujer se hizo la interesada en la mercancía del mostrador, mientras el hombre, como quien no quiere las cosas, aprovechó un descuido del dependiente para meterse en la zona restringida y agarrar un celular. Guardó el botín en el bolsillo y ni se despeinó.
Para rematar, ella se paró justo detrás del dependiente, cubriéndole la vista, como si fuera casualidad. Acto seguido, ambos se largaron tranquilos, como si nada hubiese pasado. Pero lo que no sabían es que las cámaras de seguridad lo captaron todo, clarito como el agua.
El dueño del local, Rolando Aldama, no se quedó de brazos cruzados. Subió el video a Facebook con una advertencia directa: «Cuidado con esta pareja de ladrones, se robaron un teléfono celular, por favor compartir el video». Y claro, el clip se empezó a mover por las redes más rápido que un chisme en solar.
Aldama también acudió a la estación de policía de Zanja, entre Escobar y Lealtad, para hacer la denuncia formal. Allí no estaba solo. Había más personas poniendo quejas por robos, lo que pinta un panorama preocupante para esa zona de la ciudad.
Lo cierto es que, ante la lentitud o ausencia de respuestas oficiales, cada vez más cubanos están usando las redes sociales como escudo y altavoz. Facebook, Instagram y Telegram se han vuelto trincheras digitales donde la gente expone lo que vive, busca justicia y mete presión.
Las cámaras de seguridad domésticas se han convertido en aliadas fundamentales del ciudadano de a pie, que siente que la protección oficial no siempre llega… o llega tarde. Y lo que muchos están diciendo en voz alta es que, si no se difunde públicamente, no pasa nada.