Una escena brutal estremeció a Camagüey y, en cuestión de horas, también encendió las redes: una mujer policía fue apuñalada varias veces en pleno boulevard, ante la mirada atónita de los transeúntes, que corrieron despavoridos del lugar.
El incidente, que ocurrió a plena luz del día, rápidamente fue condenado por el primer ministro cubano, Manuel Marrero, quien desde su cuenta en X (antes Twitter), dijo que el hecho era «repudiable» y que el agresor enfrentaría “todo el peso de la justicia revolucionaria”.
“Sucesos así son incompatibles con nuestra sociedad y no se permitirán”, aseguró Marrero con tono severo, tratando de marcar límites claros.
Pero, en vez de generar apoyo, sus palabras encendieron un avispero en el mundo digital. Cientos de internautas lo acusaron de hipocresía, alegando que el gobierno calla ante otras formas de violencia —sobre todo la que sufren las mujeres que no llevan uniforme— y solo levanta la voz cuando las víctimas están vinculadas al poder.
“¿Y los feminicidios qué? ¿Y las mujeres que se suicidan porque no tienen cómo alimentar a sus hijos?”, cuestionó una usuaria con indignación. Otros fueron más directos: “Todos ustedes son una mafia, una banda de hipócritas”, escribió uno. Las críticas no paraban de llover.
Incluso recordaron la represión del 11J y el asesinato del joven Diubis Luarencio Tejeda, víctima de un disparo por parte de un oficial. “¿Y ese crimen también cae bajo el peso de la justicia revolucionaria, Marrero?”, soltó otro usuario que no se mordió la lengua.
Para muchos, el caso dejó al descubierto la doble vara con que se mide la violencia en Cuba. Cuando la víctima es del pueblo raso, ni el NTV se inmuta. Pero si el afectado tiene un uniforme o una posición oficial, ahí sí se activan todos los mecanismos, los comunicados, y los discursos indignados.
“Esta salió en el noticiero porque es de la PNR. Las demás, las del pueblo, no valen nada”, soltó otro comentario que resume el sentir general.
En medio de la controversia, la activista Irma Broek publicó un video captado por una cámara de seguridad donde se ve todo el ataque. La policía, que estaba conversando con otra mujer, intenta marcharse cuando un hombre corpulento aparece a pocos metros.
El agresor, según se ve en las imágenes, lanza al piso una lata de cerveza y un cigarro, y acto seguido, sin mediar palabra, empieza a apuñalarla en plena acera. La amiga de la víctima trata de defenderla como puede, golpeando al atacante con una sombrilla. El resto de las personas corren por sus vidas.
Broek, que compartió el video en Facebook, afirmó que el hecho no tiene ninguna implicación política, y que todo apunta a un conflicto de pareja motivado por supuestas infidelidades. También identificó al atacante como Osmanen Pichardo, quien fue detenido más tarde por la policía en una calle cercana.
El Ministerio del Interior (MININT) también reaccionó rápido, calificando el hecho como “repudiable” y asegurando que el atacante actuó con “ensañamiento”, poniendo en peligro la vida de la agente. En un comunicado leído en el NTV, se destacó la ayuda ciudadana que contribuyó a la detención del agresor, y se reafirmó que enfrentará las consecuencias legales correspondientes.
Por su parte, el periodista Yosmany Mayeta informó en Instagram que la agente herida se llama Dayana y que recibió seis puñaladas. Aún permanece ingresada bajo cuidados médicos, y no se ha informado oficialmente sobre su evolución.
Mientras tanto, la conversación pública en Cuba vuelve a girar en torno a la violencia, la justicia y las prioridades del poder. ¿Por qué unas víctimas merecen comunicados oficiales y otras solo el olvido? ¿Por qué algunos crímenes son «repudiables» y otros se silencian?
