La noticia cayó como balde de agua fría este viernes: la Corte Suprema de Estados Unidos le abrió el camino a Donald Trump para desmontar el parole humanitario que ha sido salvavidas para más de medio millón de migrantes de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Haití. La decisión, que llegó en una orden seca pero contundente, pone en jaque el estatus legal de cientos de miles de personas que ya estaban echando raíces en el país del norte.
La cosa es seria, porque lo que antes era un permiso temporal para vivir y trabajar de manera legal durante dos años, ahora se puede esfumar sin mucha explicación. Todo esto gracias a una solicitud de emergencia hecha por la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, que pidió acabar de una vez con el programa que creó el presidente Biden en 2022.
Una decisión que remueve el piso a medio mundo
El programa conocido como CHNV, que surgió como una alternativa legal y ordenada para la migración, permitía que personas de esos cuatro países pudieran llegar a EE.UU. con patrocinadores legales, pasar controles de seguridad y empezar una nueva vida sin tener que tirarse la maroma de cruzar la frontera de forma irregular.
Pero ahora, con la bendición del Supremo, ese camino se convierte en una calle cerrada. La movida revoca el beneficio de forma masiva, sin ni siquiera revisar cada caso. Eso había sido bloqueado antes por una jueza federal, Indira Talwani, en Massachusetts, quien advirtió que no se podía eliminar un estatus legal así, a lo loco. Pero la Corte Suprema la dejó en el aire, como quien dice: “Gracias por participar”.
Voces que no se callan
Dentro de la propia Corte hubo voces que alzaron la mano. La jueza Ketanji Brown Jackson, por ejemplo, criticó duramente la decisión, diciendo que el tribunal le dio la espalda a las personas que ya tenían vidas construidas en EE.UU., ignorando las consecuencias devastadoras de cortarles el estatus de un día para otro.
Junto a ella, la jueza Sonia Sotomayor también se opuso, pero no fue suficiente para detener la maquinaria. Con la mayoría conservadora de su lado, el equipo de Trump logró lo que venía buscando desde hace rato: tumbar una de las políticas migratorias más humanas del mandato de Biden.
¿Y ahora qué?
Con esta decisión, más de 500 mil personas quedan colgando de un hilo. Organizaciones como Haitian Bridge Alliance advierten que la medida convierte, en un abrir y cerrar de ojos, a miles de personas en “ilegales”, dejándolos sin derecho al trabajo y al borde de la deportación.
Para muchos migrantes que ya estaban trabajando, pagando impuestos y construyendo una nueva vida con su familia, esta decisión es una patada en el estómago. No solo por el riesgo de ser expulsados, sino porque representa una traición a quienes creyeron en la vía legal para migrar.
Una Corte que no disimula sus preferencias
Este caso deja claro que la Corte Suprema no se anda con rodeos cuando se trata de favorecer al poder ejecutivo… si es republicano. Trump ha buscado desde siempre ampliar su autoridad sin pasar por el Congreso, y con una Corte que le hace segunda, parece que no hay freno que lo detenga.
Aunque todavía queda batalla legal por delante en los tribunales inferiores, el daño ya está hecho. Las familias están en vilo, los trabajos peligran y el miedo vuelve a colarse por las rendijas de muchos hogares que, hasta hace poco, se sentían a salvo.
Lo que comenzó como una tabla de salvación, hoy se convierte en una promesa rota. Y detrás de esa decisión hay nombres, historias y rostros de gente común que, buscando un futuro mejor, se encuentra de nuevo con la incertidumbre como única certeza.
