Mientras el pueblo cubano digería, con indignación y rabia, el nuevo sablazo de ETECSA, el régimen lanzó al mismo tiempo un despliegue nacional del Ministerio del Interior (MININT) bajo el rimbombante nombre de “Ejercicio Popular por la Seguridad y el Orden”. Todo eso pasó la noche del viernes 30 de mayo, y no hay que ser malpensado para darse cuenta de que la coincidencia no fue casualidad, sino puro cálculo político.
Un viernes de apagón digital y control callejero
Ese mismo día, ETECSA tiró su nueva bomba: recargas móviles limitadas a 360 pesos cubanos al mes, y si quieres más megas, saca los dólares o sigue desconectado. La medida cayó como un jarro de agua fría sobre una población que ya viene sofocada por los apagones, la inflación, la falta de comida y la sensación constante de estar a la deriva.
Y mientras la gente intentaba entender cómo diablos iba a comunicarse ahora, el MININT activó su teatro nocturno de vigilancia, llenando calles y barrios de agentes uniformados, jubilados del cuerpo, chivatos de esquina y jefes zonales, todos bajo la excusa de “celebrar” el 64 aniversario del ministerio. Pero lo que se vio no fue una fiesta: fue una advertencia con todas las letras.
Más que seguridad, fue una postal de miedo
El despliegue incluyó “rondas preventivas” por hospitales, escuelas y otros puntos claves. Pero el mensaje fue otro: “Aquí estamos, por si se les ocurre alzar la voz”. Las imágenes divulgadas por el propio MININT hablaban solas: silencio, uniformes, rigidez. Nada de música ni alegría revolucionaria. Solo un recordatorio de que el poder sigue despierto… y armado.
ETECSA, el nuevo rostro del abuso
En paralelo, la indignación por las nuevas tarifas de datos móviles estalló en redes y hasta dentro de Cubadebate, el portal mimado del oficialismo. En cuestión de horas, más de mil comentarios llenaron el sitio, y la mayoría no fue para aplaudir.
Uno de los usuarios no se anduvo con rodeos: “Esto no es una oferta, esto es un atraco. Nos están robando en la cara y sin máscara”.
Otro resumió el sentir general con sarcasmo afilado: “Llegó la libreta de abastecimiento a ETECSA. Un plan de datos cuesta más que un mes de trabajo. ¡Eso sí que es un logro!”
Y es que los precios hablan por sí solos: un paquete de 15 GB cuesta 11,760 pesos cubanos, casi seis veces el salario mínimo del país. Y el de 4 GB por 10 USD está reservado para los que tienen familia en el extranjero o acceso a divisas por la izquierda. El resto que se aguante o se desconecte.
Control digital, vigilancia física
En un momento en que la conexión es uno de los pocos respiros que tiene el cubano promedio, estas nuevas restricciones se sienten como un zarpazo directo al cuello. Y por si fuera poco, la vigilancia en las calles aparece justo cuando la frustración está por explotar.
El objetivo está claro: mantener el miedo activo, recordarle a cada cubano que, aunque no tenga luz, comida ni megas, sí tiene ojos encima. Lo del viernes no fue un homenaje, fue una jugada de contención preventiva. Un “no se les ocurra” con botas y linternas.
Lo que rompió esta vez fue el silencio oficial
Pero lo más notable no fue la tarifa ni los operativos, sino la grieta que se abrió dentro del relato oficial. Esta vez, las críticas no vinieron de exiliados ni de influencers incómodos, sino de la misma gente que solía guardar silencio o repetir lo que decían los noticieros.
Los cubanos están cansados. Y lo están dejando claro. Porque cada decisión que viene de arriba parece diseñada no para resolver, sino para cerrar más el puño. Y cada día es más difícil callar ante tanta miseria.