Sandro Castro, el nieto más farandulero del clan de los Castro, volvió a hacer de las suyas en Instagram. Esta vez no fue por presumir carros de lujo o fiestas privadas, sino por un sketch absurdo en el que se mete en la piel de su personaje “Vampirach”, un intento de comedia que, para variar, terminó siendo más triste que gracioso.
En el video, Sandro interpreta a un vampiro algo amanerado y exigente. Le pide a su sirvienta algo de tomar, pero cuando esta le lleva un vaso con agua, se ofende como si le hubieran ofrecido veneno. Solo se calma cuando le traen una cerveza y, con su clásico aire de superioridad, suelta: “ahora sí estoy hidratado”. Acto seguido, se pone en pie y suelta una de sus “lecciones” raras, esta vez explicando qué es una “pitonesa” —una de esas ocurrencias suyas que más que risa, provoca pena ajena.
Pero lo que parecía otro intento fallido de “humor revolucionario” cambió de rumbo cuando una seguidora lo puso en su sitio con un solo comentario.
“Tú tienes silenciado a Raúl Castro, porque si no, esto no es posible”, escribió la usuaria @deyanira_rp_oficial, ganándose no solo más de un centenar de likes, sino el respeto de muchos que están hartos de las payasadas del heredero sin corona.
Y es que la cosa va más allá del chiste malo. La figura de Raúl siempre fue vista como la del que mantenía un mínimo de control dentro del caos familiar. Pero viendo lo que hace Sandro, queda claro que ni el tío más duro tiene ya voz en esa dinastía decadente.
Mientras la mayoría del pueblo en Cuba cuenta los pesos para poder comprar un litro de agua, el nieto de Fidel juega en redes a ser una caricatura decadente, burlándose, sin querer —o quizás sí—, de la misma gente que sobrevive con lo justo.
Cada semana, el muchacho se aparece con una nueva ocurrencia, como si viviera en otro planeta. Su “Vampirach” es solo el último invento, y la idea de que el agua no es suficiente para su paladar —pero una cerveza sí—, le cayó como sal en la herida a muchos que no tienen ni para una merienda.
En una Cuba sumida en la escasez, el show de Sandro se siente como una bofetada digital. Lo que para él es diversión, para el resto es una confirmación de lo desconectado que está de la realidad. Y mientras se ríe frente al celular, la gente afuera lucha con apagones, colas y la incertidumbre diaria.
El “like” que más vale no fue al reel, sino al comentario que lo desenmascaró. Porque sí, en un país donde la burla viene de arriba, el humor más valiente es el que se atreve a contestarles.
