En un intento por apagar el fuego que ha desatado el tarifazo de ETECSA, la ministra cubana de Telecomunicaciones, Mayra Arevich Marín, salió al paso en X (antes Twitter) con una serie de justificaciones que, lejos de calmar los ánimos, han echado más leña al debate.
Según escribió en un hilo, las nuevas tarifas son “necesarias” para mantener en pie la infraestructura tecnológica del país, así como para apoyar el desarrollo, proteger la ciberseguridad y garantizar –según ella– la calidad del servicio. Todo eso, mientras la mayoría de los cubanos siente que se les está quedando el bolsillo sin fondo y que la conexión a Internet se ha vuelto un lujo de ricos o de quienes tienen familia en el exterior.
«Estamos valorando las opiniones del pueblo», dijo también, como quien quiere dar una palmada en la espalda mientras aprieta el bolsillo. Según la ministra, hay acciones coordinadas con el Partido, el Gobierno y demás instituciones para atender las quejas… aunque en la práctica, la decisión sigue en pie y los precios en las nubes.
Un paquete de datos que no alcanza ni para una semana
El viernes, ETECSA restringió las recargas nacionales en moneda cubana (CUP) a solo 360 pesos cada 30 días. Con ese monto, el único paquete disponible es de 6 GB, que en estos tiempos de videollamadas, clases virtuales, noticias y redes sociales se van en un pestañazo. Quien necesite más tiene que buscar divisas, porque los planes grandes solo se pueden pagar en dólares estadounidenses o en CUP a precios descomunales.
¿Y si no tienes acceso a USD ni a 3,000 o 11,000 pesos cubanos para un extra? Bueno, te quedas colgado, sin megas y sin manera de estar conectado. La brecha digital no solo crece, se hace un abismo entre quienes pueden pagar y quienes simplemente no pueden.
Estudiantes alzan la voz y critican el tarifazo
Lo más llamativo del asunto es que la inconformidad no solo viene de la calle, sino también de lugares donde normalmente reina el silencio o el discurso alineado. Este sábado, estudiantes de varias facultades de la Universidad de La Habana y del ISRI (sí, el Instituto de Relaciones Internacionales, donde se forman futuros diplomáticos) publicaron un comunicado conjunto rechazando la medida.
En una postura poco común dentro de organizaciones históricamente oficialistas como la FEU, los jóvenes afirmaron que este tarifazo limita derechos esenciales como la educación, el acceso a la información y la comunicación, pilares fundamentales para su formación académica.
Incluso voces cercanas al régimen han expresado su malestar. Figuras como el ideólogo Ernesto Limia o el músico Israel Rojas, de Buena Fe, se han pronunciado en contra del alza de precios, reflejando el malestar generalizado que atraviesa a toda la sociedad.
La realidad es clara: el pueblo está molesto, las críticas llueven por todos lados y el tarifazo ha destapado un nuevo frente de frustración en Cuba. Las justificaciones técnicas no alcanzan cuando la conexión a Internet –una necesidad, no un lujo– se aleja cada vez más de las manos de quienes viven en pesos. Y mientras tanto, las promesas de “valorar las opiniones” suenan cada vez más huecas.