En medio del corralito digital que vive Cuba, el periódico Granma, megáfono oficial del régimen, soltó este viernes un artículo que, más que informar, parecía una advertencia con todas las letras. Mientras medio país sigue en candela por el tarifazo de ETECSA, el texto titulado “Desenfreno del terrorismo anticubano en las redes” llegó como quien lanza un cubo de agua helada en plena pelea.
Firmado por Francisco Arias Fernández, el artículo desempolva el ya gastado discurso del bloqueo, los mercenarios y el imperio malo, pero con un giro más punitivo esta vez: recuerda que las redes sociales no son tierra de nadie, y que hay un arsenal de delitos listos para caerle arriba a cualquiera que se le ocurra alzar la voz.
Cuando opinar se convierte en delito
Según Arias, el Código Penal cubano tiene bien medidos a los “indisciplinados digitales”. Desde “propaganda enemiga” hasta “chantaje, ultraje sexual, estafa o corrupción de menores”, la lista de cargos que pueden usarse contra los críticos es tan extensa como arbitraria.
Y por si fuera poco, también tiró al ruedo el delito de “desacato”, que en Cuba funciona como un comodín legal para castigar cualquier forma de irreverencia hacia el poder. Arias lo enlaza con lo que llama expresiones “extrapoladas al espacio físico” que nacen o se organizan desde las redes. Algunos entienden esto como un dardo velado hacia Alina Bárbara López Hernández, activista e intelectual que viene dando candela desde hace rato.
El pueblo se queja… ¡hasta en Cubadebate!
Lo que más pica no es solo la amenaza disfrazada de legalidad, sino el contexto en el que llega. Esta arremetida ocurre justo después del anuncio más polémico del año: ETECSA limita las recargas en pesos cubanos a 360 CUP al mes y lanza paquetes de datos… ¡en dólares! Una jugada que muchos interpretaron como la oficialización de la dolarización del servicio móvil en Cuba.
Y la reacción fue explosiva. Ni siquiera los muros del portal estatal Cubadebate aguantaron la presión. En cuestión de horas, más de 1,300 comentarios cargados de furia reventaron la sección de opiniones. Pero esta vez, los comentarios no eran tibios ni llenos de eufemismos. Gente común, y hasta algunos afines al sistema, dijeron lo que pensaban sin rodeos.
Uno de los mensajes más compartidos soltó el veneno sin anestesia: “Vamos a ser serios. Esto no es una oferta, esto es un robo a mano armada. Otro ataque más a los que ya tienen bastante poco”. Y no fue el único.
Hasta figuras cercanas al oficialismo como Ernesto Limia o Israel Rojas, voz de Buena Fe, dejaron claro que ni ellos están de acuerdo con el sablazo.
El gobierno responde… con más vigilancia
Para completar el cuadro, en la misma noche del anuncio, el MININT salió con una jugada de control que huele más a paranoia que a prevención. Lanzaron el llamado “Ejercicio Popular por la Seguridad y el Orden”, un operativo nacional que activó mecanismos de vigilancia en barrios de toda la isla.
Aunque lo pintaron como algo “habitual”, muchos lo vieron como una reacción directa al ambiente caliente que se respira. Porque si algo ha demostrado el cubano en estos tiempos es que aunque le apaguen la luz, sigue alumbrando con rabia.
La calle y las redes no están tan calladas como creen
El mensaje de Granma intenta recordar que quien critique, paga. Pero también deja en evidencia que el miedo ya no paraliza tanto como antes. Si hasta los comentarios de un sitio oficialista explotan con frustración, es porque el termómetro social está más alto de lo que el régimen quiere admitir.
Y en un país donde cada vez cuesta más vivir, cada golpe, cada medida absurda, termina encendiendo la mecha de la palabra. Aunque sea en un comentario, en un meme o en un grafiti.