En un momento donde lo más fácil sería hacerse el sueco y mirar para otro lado, el diplomático estadounidense Mike Hammer decidió hacer todo lo contrario. El hombre sigue recorriendo Cuba, hablando con la gente, visitando pueblos, iglesias, tumbas de próceres… y claro, eso no le ha caído nada bien al régimen.
Sí, señores. En medio de todo este enredo político entre EE. UU. y Cuba, el encargado de Negocios de la Embajada estadounidense en La Habana sigue firme como el Morro. Lejos de encerrarse en su oficina o andar solo por la capital, está saliendo al interior del país, conversando con cubanos de a pie y mostrando en redes cada paso que da.
Su última parada fue Güines, donde se apareció tranquilo, se tomó su cafecito con la gente y visitó la primera Capilla de Santa Bárbara en la isla. En sus propias palabras, publicó: “Sigo recorriendo el país, esta vez de paso por Güines, visité la primera Capilla de Santa Bárbara en Cuba y hablé con unos cuantos güineros de a pie”. Nada que envidiarle a un influencer de viajes.
Pero mientras Hammer se toma selfies con la gente y se empapa de la realidad cubana, el MINREX anda en candela. El viernes pasado, lo citaron y le dieron una Nota Verbal de protesta. ¿La acusación? Nada menos que “incitar a cometer delitos graves”, “actuar contra el orden constitucional” y ser, básicamente, el autor intelectual de la inconformidad nacional. Así, sin anestesia.
La reunión la encabezó Alejandro García del Toro, un alto funcionario del MINREX, que lo tildó de provocador e irrespetuoso. Pero eso no fue todo. También lo acusaron de «manipular la figura de Martí», como si visitar la tumba del Héroe Nacional fuera un acto subversivo.
Y mientras en los noticieros lo pintan como el enemigo número uno, Hammer sigue su ruta como si nada. Incluso abrió un correo para que cualquier cubano que quiera, pueda solicitar una visita suya. Nada de “pueblo combatiente”, esto es contacto directo. En sus propias palabras, quiere “escuchar directamente al pueblo cubano” y fortalecer los lazos desde la base. Sin dobles discursos.
Por supuesto, los medios estatales no se quedaron callados. Lo acusan de hacer política de influencia, de vender humo y de tergiversar la realidad. Todo esto, potenciado tras sus declaraciones en Miami, donde soltó la bomba: “la revolución ha fracasado”.
Pero el gobierno de EE. UU., lejos de recular, salió a respaldarlo con todo. Así que si el objetivo era asustarlo, parece que la estrategia no funcionó. Hammer no se ha ido ni se va. Y cada paso que da parece molestar más a los de arriba… pero gustar más a los de abajo.