La Habana, esa ciudad que nunca duerme, ahora tampoco puede descansar. Este domingo en la noche, vecinos de varios barrios capitalinos dijeron “¡basta ya!” al apagón eterno con lo único que les queda a mano: sus calderos.
Desde El Vedado hasta Alamar, la gente salió a los balcones y portales a hacer ruido, a romper el silencio impuesto por la falta de electricidad y de respuestas. En la esquina de Línea y Calle 12, el corazón mismo del Vedado, los calderazos retumbaban como tambores de guerra. «Toques de calderos desde el corazón del Vedado», publicó el periodista Yosmany Mayeta, quien compartió imágenes grabadas por los propios vecinos a eso de las 10 de la noche, cuando la ciudad estaba completamente a oscuras.
En la Zona 13 de Alamar, también se sintieron los gritos y el repicar de ollas golpeadas con fuerza. En Playa pasó lo mismo. Donde hay oscuridad, hay ruido. Y donde hay ruido, hay protesta.
“Esto no es normal, ni tiene justificación. La gente está molesta, y con razón”, comentó un residente que grabó los hechos desde su ventana.
Como ya es costumbre, la primera reacción del gobierno fue mandar patrullas de la policía para calmar la cosa. Pero no hay bastón que apague el cansancio acumulado por noches enteras sin electricidad.
La causa inmediata del apagón fue otra de esas “salidas imprevistas” que se han vuelto parte del vocabulario cotidiano. Esta vez le tocó a la planta Energas Boca de Jaruco, cuya desconexión provocó un disparo en cadena en varios circuitos del país. “Se investigan las causas de la salida”, informó el periodista oficialista Lázaro Manuel Alonso.
Dos horas después, el Ministerio de Energía y Minas soltó una nota escueta, como quien pide disculpas sin dar la cara: que si una línea se averió, que si se dispararon las otras dos, que si ya hay cuatro turbinas funcionando, que la quinta viene en camino y la de vapor “después”. Nada concreto. Nada claro.
Pero mientras ellos investigan y redactan comunicados, la vida sigue sin corriente. Y con ella, la rabia.
“Seguimos sin corriente y mañana tienen que ir para la escuela porque tienen examen. ¿Hasta cuándo es esto? El único bloqueo aquí lo tienen ustedes”, soltó el usuario Saúl Manuel en Facebook, diciendo en voz alta lo que miles piensan.
La cosa en La Habana se está poniendo tensa. Una ciudad menos acostumbrada a los apagones sistemáticos que las provincias, empieza a entrar en terreno desconocido. Las madrugadas sin electricidad, el calor sin ventiladores, los refrigeradores sin frío y la paciencia sin límite están empujando a los habaneros al borde del estallido.
El sistema eléctrico está tan deteriorado como la confianza en las autoridades. Y mientras el gobierno repite que no tiene recursos ni soluciones a corto plazo, la gente ha empezado a hablar con ruido, con cacerolas, con gritos, con lo que tenga a mano.