Después del revuelo monumental que armaron las nuevas tarifas de ETECSA impuestas el pasado 30 de mayo, la empresa estatal sacó un as bajo la manga para tratar de enfriar el malestar —especialmente entre los universitarios, que han sido de los más vocales en su descontento.
En plena Mesa Redonda, la presidenta de ETECSA, Tania Velázquez, soltó la noticia que intenta apagar el fuego: los estudiantes de la universidad podrán comprar un segundo paquete de 6 GB, además del que ya tienen autorizado con los 360 pesos cubanos que reciben para recargas nacionales. En total, tendrían acceso a 12 GB por 720 pesos al mes, si es que pueden pagarlos, claro.
Este beneficio, según explicó la directiva, está reservado para los estudiantes que estén bien registrados en la base de datos de la empresa, algo que se armó tras un estudio de consumo que incluyó a más de 60 mil universitarios. O sea, esto no es para todo el mundo, hay que estar en la lista.
Internet educativa sin gastar datos: un parche que no cubre el hueco
Además de este paquete extra, Velázquez anunció que ya hay más de 40 sitios educativos que se pueden visitar sin descontar datos. También están trabajando con varias instituciones para ampliar ese número y así permitir que los estudiantes accedan a sus plataformas académicas sin fundirse el saldo.
Por si fuera poco, la funcionaria comentó que ETECSA está destinando espacio en sus centros de datos para alojar revistas científicas y mejorar los entornos educativos virtuales de las universidades. Según ella, están reubicando servidores en lugares con respaldo energético, porque los apagones siguen siendo el pan nuestro de cada día en muchas facultades.
El tarifazo del 30 de mayo: cuando el pueblo dijo “hasta aquí”
Todo esto viene como reacción al fuerte rechazo que provocaron las nuevas restricciones de ETECSA, que limitaron las recargas en moneda nacional a un tope mensual de 360 pesos CUP, lo justo para un paquete de 6 GB. Si quieres más datos, tienes que pagar en dólares, usando tarjetas internacionales o el Monedero MiTransfer.
La empresa repitió una y otra vez que la medida busca «sostener y desarrollar la red», pero la gente ya está cansada de las mismas justificaciones vacías, sobre todo después de años aguantando precios elevados y un servicio que muchas veces deja mucho que desear.
Desde entonces, la indignación ha inundado las redes sociales. Miles de usuarios han denunciado lo que consideran una exclusión digital, una especie de “apartheid de megas” que deja fuera a los que no tienen acceso a divisas. Y en el centro de ese descontento están los estudiantes, que han alzado la voz como pocas veces se había visto.
Los estudiantes se plantaron: “Esto no es un lujo, es una necesidad”
El punto más álgido llegó cuando la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI), dos estructuras vinculadas al oficialismo, se pronunciaron públicamente contra la medida. En un comunicado que corrió como pólvora, estudiantes de varias facultades, desde Comunicación hasta Matemática y Química, dejaron claro que este tarifazo atenta directamente contra su formación profesional y académica.
“El alza en el costo de las recargas más allá de los 6 GB se convierte en un obstáculo real para cumplir nuestras responsabilidades educativas”, dijeron sin medias tintas.
Y no solo pidieron que se revise la medida. También dejaron claro que el acceso a internet debe ser un derecho, no un privilegio para quien pueda pagarlo en dólares. Ese mensaje, fuerte y directo, expuso la brecha que existe entre el discurso del Estado y la realidad que vive la juventud cubana, que no quiere internet para ver memes todo el día (aunque también), sino para estudiar, trabajar, informarse y simplemente no quedarse atrás en un mundo cada vez más conectado.
¿Parche o solución?
El nuevo paquete para estudiantes puede aliviar un poco la carga, pero muchos lo ven más como un gesto para calmar las aguas que una solución real al problema de fondo. Porque mientras el servicio siga siendo caro, desigual y condicionado por monedas que no todos pueden tocar, la desconexión seguirá siendo parte del día a día para miles de cubanos.
Y aunque desde arriba intenten vestir esto como una “estrategia de recuperación”, la gente no está dispuesta a tragarse el cuento completo. Porque en Cuba, tener datos móviles no es un lujo: es una tabla de salvación. Y lo mínimo que se espera es que esa tabla no venga con precio en dólares y fecha de vencimiento.