Lo que antes era consignas y tribunas, ahora es paquetería y trámites. Yuniel Báez Pedrera, quien fue por años una de las caras visibles de la UJC en La Habana, ha rehecho su vida en Estados Unidos, y no precisamente como activista ni opositor, sino como empresario en toda regla.
Sí, el mismo que un día salió en la prensa oficial defendiendo la Revolución “con alma de joven comunista”, hoy vive en Gainesville, Florida, y dirige una empresa de servicios que incluye envíos a Cuba, venta de pasajes y trámites de papeles. Todo bajo el nombre comercial de Pa’ La Familia LLC, registrada oficialmente desde abril de 2024.
¿Y cómo llegó hasta allá? Pues como tantos otros cubanos: cruzó la frontera sur el 11 de septiembre de 2022 y pidió refugio político en EE.UU., alegando persecución del mismo sistema que defendió durante buena parte de su vida. Ahora ya tiene residencia permanente en el país que antes criticaba con entusiasmo.
Durante su tiempo como primer secretario de la UJC en la capital cubana, Yuniel fue figura habitual en actos oficiales y medios del Estado. En 2013, decía sin titubeos que mientras algunos esperaban que los jóvenes derribaran el sistema, ellos, los militantes, se integraban con más fuerza al proceso revolucionario. En 2015, reafirmaba con orgullo que los jóvenes comunistas eran “el alma de la nación”.
Pero esa alma se desvaneció en cuanto tocó tierra estadounidense. Sus redes sociales han sido cuidadosamente limpiadas, eliminando cualquier rastro de su pasado político. No hay ni una publicación que sugiera ruptura ideológica, ni una sola palabra que explique el cambio de trinchera.
Y no está solo en este guión. El caso de Báez Pedrera es parte de una tendencia que se ha vuelto cada vez más común: exfuncionarios del régimen cubano que llegan al norte buscando asilo político, y que en menos de lo que canta un gallo montan negocios —a menudo orientados a Cuba— desde ciudades como Miami, Tampa o Gainesville.
Ya Martí Noticias ha documentado historias similares. Como la de Jorge Javier Rodríguez Cabrera, cercano al nieto de Raúl Castro, que ahora también se dedica a los envíos en Miami, y al que se le ha visto en yates en aguas de Florida. O la de Orlando Ernesto Pérez Núñez, exlíder del Movimiento Juvenil Martiano, que defendía al castrismo con fervor y ahora vive tranquilo en Kentucky, gracias al programa CBPOne.
También están los jueces y fiscales que participaron en los juicios del 11J, algunos de los cuales ya andan por suelo americano, mientras los jóvenes que reprimieron siguen tras las rejas en Cuba.
Estas movidas han calentado los ánimos en el sur de la Florida. Congresistas cubanoamericanos han alzado la voz pidiendo más control, más vigilancia y, si es necesario, deportaciones. Para ellos, resulta inaceptable que quienes fueron piezas del aparato represivo en la isla terminen beneficiándose del sistema que antes condenaban.
Por ahora, Yuniel Báez sigue con su empresa, su nueva vida y su nuevo silencio. No ha dado explicaciones públicas, no ha hecho declaraciones políticas. Solo ha cambiado de país, de libreta, de clientela y —aparentemente— de ideales.
