Cuando se habla de médicos estrella, lo primero que viene a la mente son premios, cirugías complicadas y carreras impresionantes. Pero hay casos donde el bisturí también corta en lo político, y el doctor José Luis García Sabrido fue, sin dudas, uno de esos. Este reconocido cirujano español acaba de fallecer, y con él se va una figura clave —aunque silenciosa— en la salud de algunos de los líderes más polémicos de América Latina.
Sí, estamos hablando del “doctor milagro” de Fidel Castro. No es un apodo que se inventó la prensa sensacionalista, ¡se lo puso el propio comandante! Fue García Sabrido quien voló de urgencia a La Habana en 2006, cuando Fidel estaba colapsado por una hemorragia intestinal. Los médicos cubanos no daban pie con bola, y fue este madrileño quien, con bisturí en mano, le arrancó casi una década más de vida al dictador.
¿Y qué pasó durante esos 10 años extras que le regaló al régimen? Pues nada menos que el reacomodo del poder en Cuba. Mientras los cubanos seguían en vilo sin saber cómo estaba realmente su “líder máximo”, Fidel se mantenía vivo y Raúl Castro aprovechaba para consolidarse. Gracias a la medicina de García Sabrido, la dictadura tuvo tiempo de maniobrar y preparar su siguiente acto.
Pero el médico no solo fue salvavidas de los Castro. También metió mano en la salud del mismísimo Hugo Chávez. Cuando al venezolano lo aquejaba un posible cáncer de colon, fue el español quien volvió a entrar al quirófano. Y sí, Chávez siguió gobernando desde La Habana, alargando su estancia en el poder mientras la crisis venezolana se profundizaba.
¿Cómo llegó este médico español a convertirse en el confidente clínico de las dictaduras caribeñas? Todo empezó con su amistad con el bailarín Antonio Gades, gran amigo de Fidel. Desde ahí, García Sabrido se convirtió en figura de confianza del clan Castro: operó a Raúl, atendió a Vilma Espín y se paseó como un miembro más de la familia real socialista.
Lo curioso es que, en España, su trayectoria fue igual de brillante pero mucho menos polémica: fue jefe de Cirugía General III del Hospital Gregorio Marañón, pionero en trasplantes de hígado y especialista en oncología. Incluso operó al expresidente Mariano Rajoy de una hernia inguinal. Pero nada de eso pesará tanto como su historial con regímenes autoritarios.
Con su muerte se cierra el capítulo de un médico con manos prodigiosas pero decisiones éticas discutibles. Porque una cosa es salvar vidas, y otra muy distinta es prolongar el poder de quienes se aferran al control absoluto, pisoteando libertades y silenciando voces.