Dicen que todo dictador tiene su rincón escondido. En el caso de Fidel Castro, ese rincón tenía nombre propio: Celia Sánchez Manduley. Aunque para muchos era solo “su amiga”, los rumores de una relación mucho más cercana siempre han estado en el aire. Y lo que es seguro es que Celia tenía su propio búnker secreto en La Habana, blindado y oculto del resto del país.
Ese lugar, ubicado en la calle 11 entre 10 y 12, en pleno Vedado, fue durante décadas una zona prohibida, cercada por garitas militares, cámaras y vigilancia constante. Solo los muy cercanos al poder podían acercarse. Los demás… ni soñarlo.
Un búnker con piscina, cancha, bolera y hasta establo con aire
No era cualquier casa. Según reveló el youtuber cubano Abelito Nemo, ese pedacito de La Habana era un mini palacio camuflado. Celia tenía de todo: piscina climatizada, cancha privada de baloncesto, una bolera para relajarse, biblioteca repleta de objetos de la Sierra Maestra, y hasta un establo con aire acondicionado.
La joya del lugar era un apartamento en el último piso de un edificio gris, de aspecto comunista, pero con interior de novela. Tenía hasta una cama en forma de bohío campesino. Por si fuera poco, las azoteas estaban conectadas para escape rápido, y había un túnel secreto que iba a un gimnasio subterráneo.
Una tienda nocturna y semáforos misteriosos
La discreción era ley. La tienda que Celia y su círculo usaban abría solo de noche. En las esquinas, semáforos con luces rojas intermitentes y más garitas marcaban el territorio. Ahí no vivía cualquiera: solo gente del MININT o miembros de las fuerzas revolucionarias. Si eras extranjero o civil común, ni lo soñaras.
¿Una historia de amor en secreto?
Después de la muerte de Celia en 1980, Fidel cerró el área completamente y dejó de visitarla, pero mantuvo la vigilancia por más de 20 años. Se habla incluso de disparos y muertos para quienes intentaron entrar sin permiso.
Hoy, la zona está más relajada. Las garitas ya no tienen fusiles, algunos soldados crían palomas, y hasta hay extranjeros alquilando en la zona, algo que antes era impensable. Pero el edificio donde vivió Celia sigue cerrado al público. Ni museo, ni acceso, ni fotos. Solo los militares cuidan lo que aún se guarda allí.
Celia Sánchez: mucho más que la “amiga” de Fidel
Celia no era solo la confidente de Castro. Fue combatiente, fundadora del pelotón Mariana Grajales, ministra, diputada, y figura clave del poder revolucionario. También lideró la construcción del Palacio de Convenciones y eliminó más de una amenaza interna.
Su influencia fue tan grande que muchos, como Abelito Nemo, aseguran que “la Revolución murió con ella”. Y esa casa secreta en el Vedado, aún rodeada de misterio, es una huella silenciosa de todo lo que representó.