Desde los pasillos de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), cuna del control del régimen sobre las telecomunicaciones en Cuba en las últimas dos décadas, los estudiantes han decidido no quedarse callados. Con total claridad y coraje, han lanzado un contundente mensaje de protesta frente al más reciente golpe al bolsillo: las nuevas tarifas de internet impuestas por ETECSA el 30 de mayo.
“Nos están desconectando del futuro”, dicen con razón. Porque cuando un solo GB cuesta más que una comida completa, y 3GB equivalen al salario mensual de un abuelo que barre calles, algo anda mal. Bien mal.
¿Cómo vamos a prepararnos para el mañana si ni siquiera podemos ver un tutorial en YouTube sin quedarnos en blanco? Esta no es una queja cualquiera. Es el grito de una generación que quiere superarse, pero a la que le han cerrado el acceso al conocimiento como quien apaga el interruptor de la luz.
Esto no es Cuba. Esto no es lo que somos.
Atentan contra nuestra solidaridad. ¿Desde cuándo conectarse es un lujo? El cubano de a pie siempre ha compartido lo poco que tiene: el pan, el wifi, la medicina. Ahora nos fuerzan a escoger entre comer o estudiar.
Nos quitan lo que nos hace únicos: el invento criollo. Nuestra capacidad de resolver, de aprender en internet lo que no se enseña en las aulas, está en juego. ¿Qué será del “invento cubano” si cada clic es una deuda?
Nos venden un doble discurso. Hablan de soberanía tecnológica mientras nos meten tarifas que sólo puede pagar quien tiene dólares o recibe remesas. Y el que no, que se quede fuera, sin wifi y sin futuro.
ETECSA, esto es lo que no quieres ver:
La maestra que se faja para mandar guías por WhatsApp, pierde tres días de salario por cada GB.
El médico que quiere actualizarse, tiene que trabajar una semana entera para bajarse un curso.
Y ese joven que sueña con programar y levantar un proyecto, simplemente no puede sin la ayuda de una remesa.
Internet inalcanzable, formación paralizada
Con sueldos que van entre los 2,100 y 6,300 pesos, y un promedio estatal de 4,200 CUP, ETECSA nos está sacando del juego. Solo 3GB cuestan 3,360 CUP, lo cual significa:
El 105% del salario mínimo.
El 80% del salario promedio.
15 días de comida básica.
¿Y qué decir del impacto en lo académico? Descargar herramientas necesarias como Docker, TensorFlow o repositorios grandes es un imposible. Lo mismo pasa con exámenes de certificación de Cisco o AWS. Un estudiante necesita hasta 5GB por sesión, lo cual representa casi dos salarios mínimos por cada prueba.
Innovar está prohibido si no tienes remesas. Competencias globales como los hackathons exigen conexión estable, y eso ahora es un lujo que se paga caro. Trabajar en proyectos en la nube consume al menos 50GB al mes, lo que equivale a siete salarios mínimos. Con estas tarifas, la brecha digital se convierte en abismo.
¿Qué exigimos?
Una medida clara y urgente: internet gratis o con descuento total para plataformas educativas como Coursera, edX, GitHub y todo lo que termine en .cu.
Y también pedimos que ETECSA dé la cara en una reunión pública con estudiantes. Que escuche, que entienda, que responda.
Datos que hablan más claro que mil discursos:
- Un GB adicional cuesta 1,120 CUP, que es más de la mitad del salario mínimo.
- Una certificación de AWS (7GB) puede costar 7,840 CUP, lo que equivale a 3.7 salarios mínimos.
- Un curso en Coursera (40h): 4,480 CUP, o sea, más de dos salarios mínimos.
“Internet no es un lujo: es el laboratorio del futuro profesional cubano”, subrayan los estudiantes. Pero hoy, ETECSA nos empuja directo a un apartheid digital.