En pleno auge del descontento estudiantil en Cuba, la influencer Flor Danay Hernández Ochoa, mejor conocida en redes como Flor de Cuba, reavivó la polémica con un video donde lanza dardos sin filtro contra los universitarios. A pesar de que el material fue grabado hace unos meses, lo volvió a subir este miércoles, justo cuando miles de jóvenes desde las aulas están exigiendo a ETECSA que elimine las restricciones de acceso a internet.
Flor no se anda con sutilezas: cuestiona el valor de los estudios en un país donde, según ella, “el conocimiento no se traduce en dólares” y “los títulos no pagan las cuentas”. Con su estilo provocador, asegura que quienes siguen apostando por la educación en Cuba están “perdiendo el tiempo”, porque lo único que eso les garantiza es miseria y frustración.
Una crítica que cae como sal en la herida
En su video, Flor dispara sin miramientos: “Tú eres universitaria porque el gobierno le metió el cuento a tu mamá y a tus abuelos de que estudiar era la vía para ser alguien… para terminar ganando 10 dólares al mes.” Un mensaje que muchos han interpretado como un mazazo directo a quienes, a pesar de todo, siguen creyendo que el conocimiento sí transforma vidas.
Ella se defiende diciendo que ese video fue su respuesta a quienes la criticaron por no tener nivel académico. Pero lejos de aceptar críticas, dobló la apuesta, burlándose de los que estudiaron cinco años para luego acabar “vendiendo pizzas en una parada de guagua”.
Sin tocar al gobierno ni con el pétalo de una rosa, Flor no dirige una sola palabra contra el sistema que, según muchos cubanos, limita las oportunidades de desarrollo real. Al contrario, presume de haber triunfado sin terminar el pre, y alienta a otros a hacer lo mismo: dejar los libros y ponerse a “revender, emprender, hacer dinero y aprender inglés”, porque —en sus palabras— “eso sí sirve”.
El problema no es solo el mensaje, sino el momento
Las palabras de Flor llegan en una coyuntura extremadamente delicada para los universitarios cubanos. En medio del rechazo popular a las nuevas tarifas de ETECSA, que han dejado fuera a miles del acceso digital, los jóvenes están plantados, manifestándose de forma pacífica, aunque sin el respaldo de los rectorados, que siguen alineados con el discurso oficial.
Mientras algunos estudiantes enfrentan represalias o ponen en juego su futuro por exigir una tarifa justa y el reconocimiento del internet como derecho, el discurso de Flor se siente como una bofetada. No solo desacredita la lucha, sino que minimiza el valor de cada hora de desvelo y sacrificio que supone estudiar hoy en Cuba.
Más allá del debate sobre qué camino lleva al éxito, lo que ha molestado profundamente a muchos no es solo la opinión personal de la influencer, sino la forma en que desprecia los esfuerzos colectivos, ignora la realidad del país y promueve una visión individualista donde la única meta válida parece ser ganar dinero rápido.
¿Influencia o irresponsabilidad?
Flor de Cuba no es ajena a la controversia. En el exilio se le ha señalado más de una vez por supuestos vínculos con el régimen cubano. Incluso el presentador Alexander Otaola ha llegado a acusarla de tener conexiones con la Seguridad del Estado y otros delitos graves, lo que la llevó a tomar acciones legales contra él. Pero más allá del chisme y los dimes y diretes, lo que ahora está en el centro del debate es el impacto que tienen sus palabras en una generación que está tratando de resistir con dignidad.
El mensaje que Flor promueve no es inocente. Al banalizar la educación, invisibiliza a miles de jóvenes que, aun en medio del apagón digital, la escasez y la censura, siguen apostando por aprender, organizarse y construir un futuro mejor.