En pleno fuego cruzado por el tarifazo de ETECSA y el malestar que ha levantado entre la gente, el Ministerio de Comunicaciones (MINCOM) salió a dar la cara y aclarar que su jefa, Mayra Arevich Marín, anda lejos… pero no porque la hayan botado. Según el MINCOM, la ministra está en Rusia, liderando una delegación oficial que participa en la Conferencia Industria Digital de la Rusia Industrial, del 2 al 8 de junio de 2025.
El MINCOM no soltó prenda sobre lo que realmente está haciendo Arevich Marín en la ciudad rusa de Nizhni Nóvgorod, que queda a unos 400 kilómetros de Moscú y ha sido blanco de ataques ucranianos con drones. Nada de agendas públicas ni explicaciones detalladas, todo bien hermético.
La cosa es que su ausencia ha levantado toda clase de rumores en las redes, desde chismes hasta conjeturas bien serias. Pero el MINCOM salió a apagar el fuego, negando que la ministra haya sido destituida. Porque no estuvo en la última Mesa Redonda sobre el tarifazo, y en su lugar apareció el viceministro Ernesto Rodríguez Hernández —presentado como ministro interino— para justificar el sablazo con frases de manual. “ETECSA es una empresa de este pueblo”, soltó como si con eso alcanzara.
Un par de días antes, el 31 de mayo, la propia ministra había dado señales de vida en su cuenta de X (antes Twitter). Allí defendió las tarifas diciendo que eran “necesarias para la sostenibilidad de la infraestructura de telecomunicaciones” y que las opiniones del pueblo estaban siendo “valoradas”. Pero la gente no se lo creyó, y la indignación siguió creciendo.
El tarifazo anunciado por ETECSA el 30 de mayo estableció un tope de 360 CUP para recargas desde el saldo nacional. Quien quiera más datos, que los pague en dólares. Esto ha puesto contra la pared a quienes no reciben remesas o no tienen acceso a moneda libremente convertible. El economista Pedro Monreal lo resumió claro: “una medida que prioriza ingresos en divisas por encima de la equidad social”.
La presidenta ejecutiva de ETECSA, Tania Velázquez Rodríguez, ha salido en varias ocasiones a defender lo indefendible. Según ella, el objetivo es “cerrar brechas de ingresos”, pero dejó clarito que los nuevos planes están pensados para emigrados cubanos, mostrando la verdadera naturaleza de la jugada: ordeñar las divisas.
Velázquez Rodríguez también dijo que la empresa ha perdido el 60% de sus ingresos por fraude en recargas internacionales, y que eso los obligó a cambiar las reglas del juego. Aunque admitió fallos en la comunicación, prometió mejorar los canales informativos. Lo que no hizo fue asumir responsabilidades ni anunciar medidas reales para enfrentar la crisis.
Por eso, las palabras de Velázquez Rodríguez —y por extensión, las de Arevich Marín— están recibiendo críticas de todos lados, incluso desde sectores que normalmente apoyan al oficialismo. El pueblo está molesto y no se calla.
El lío ha prendido la mecha también en las universidades. Desde el 31 de mayo, varias facultades de la Universidad de La Habana y otros centros han denunciado que las nuevas tarifas cortan las alas al derecho al estudio y a la comunicación. La Facultad de Psicología, Matemática y Computación, Comunicación, y la de Filosofía, Historia, Sociología y Trabajo Social, todas alzaron la voz.
El 3 de junio, la FEU de Humanidades sacó un comunicado fuerte: exigieron la renuncia del presidente nacional de la organización estudiantil por “incapacidad de representar al estudiantado” y criticaron la opacidad de ETECSA. El texto lo resumió clarito: “No es suficiente con promesas simbólicas. Exigimos soluciones reales, participación y respeto”.
En medio de todo este alboroto, el viaje de la ministra a Rusia no hace más que levantar suspicacias. Aunque el MINCOM insiste en que es una visita oficial planificada, mucha gente lo ve como un intento de escaparse de las responsabilidades en plena crisis.
La verdad es que el tarifazo de ETECSA no ha hecho más que reavivar la discusión sobre la justicia social, el acceso a internet y el papel de las instituciones estatales en un momento en que el bolsillo de la gente está más golpeado que nunca. Y mientras tanto, Arevich Marín anda por Rusia, pero aquí en Cuba, el fuego sigue encendido y la gente no está dispuesta a dejarlo apagar.