La llama encendida por los estudiantes de la Facultad de Matemática y Computación (MATCOM) de la Universidad de La Habana no se apaga. En una reciente asamblea celebrada en el anfiteatro Manuel Sanguily, dejaron claro que el paro académico sigue firme como protesta contra las tarifas impuestas por ETECSA, a las que tacharon de abuso directo al pueblo cubano.
A la cita asistieron estudiantes de varias facultades, profesores, y hasta representantes de la vicepresidencia comercial de la propia ETECSA, en un intento de diálogo que, según quienes estuvieron allí, se sintió más como un monólogo que como un verdadero intercambio.
“Nos vendieron debate, pero nos dieron conferencia”
Las intervenciones, cargadas de rabia contenida y argumentos sólidos, mostraron el profundo malestar que se vive en los pasillos universitarios. La frustración fue general cuando los representantes de ETECSA llenaron la reunión de explicaciones técnicas y apenas dieron espacio a las voces estudiantiles.
“Nosotros hablamos por el pueblo. Hay confianza en que somos quienes pueden decir lo que muchos callan”, dijo uno de los estudiantes que tomó la palabra. Otro, más incisivo, puso el dedo en la llaga: “Aquí no estamos discutiendo precios. Esto es un problema social serio en un país donde la mayoría no llega ni a 15 dólares mensuales”.
Desde MATCOM no se anduvieron por las ramas: no habrá regreso a clases hasta que ETECSA dé una respuesta real a las demandas populares. Durante la reunión, la empresa soltó nuevos datos financieros, pero ni una disculpa, ni una rectificación. Para los estudiantes, eso fue la gota que colmó el vaso.
“¿Somos vulnerables o nos hacen vulnerables?”
La frase lanzada por una joven durante la asamblea quedó retumbando en el ambiente. Con esa sola pregunta, resumió el sentir colectivo de miles de cubanos que se sienten excluidos por unas tarifas que no tienen en cuenta la realidad de los bolsillos de la gente común.
Se cuestionó también cómo ETECSA define quién es “vulnerable”, así como la desconexión total entre el valor oficial del CUP frente al dólar y los precios impuestos por la empresa estatal. La reunión, que supuestamente debía funcionar como puente de entendimiento, terminó siendo una especie de vitrina donde quedó en evidencia la sordera institucional.
«Seguimos en paro, porque no nos han escuchado»
Aunque el cierre del encuentro incluyó la promesa de futuros intercambios y la creación de comisiones para seguir el diálogo, la conclusión fue clara: el paro no se detiene. Una de las oradoras lo dejó todo sobre la mesa: “Queremos confiar, pero lo que hemos visto nos dice lo contrario. Así que seguimos fuera del aula hasta que haya una solución real”.
La protesta no es solo por internet ni por los estudiantes. Ellos mismos lo dejaron claro. Esto es una pelea por la justicia social, por el derecho al acceso equitativo a la información, a la educación y a una comunicación que no sea un privilegio.
Reclamo Universitario: voz independiente frente a la burocracia
La página Reclamo Universitario, que ha sido un canal clave en la difusión del movimiento, compartió el video de la asamblea y criticó duramente la actitud pasiva y complaciente de los dirigentes de la FEU. Apuntaron directo al presidente nacional, Ricardo Rodríguez González, acusado de estar más cerca del discurso del poder que de los estudiantes a los que supuestamente representa.
Incluso desde la Facultad de Humanidades, los estudiantes pidieron públicamente su renuncia, denunciando que no ha defendido ni una de las demandas del movimiento, a pesar de ocupar un puesto dentro del Consejo de Estado dirigido por Miguel Díaz-Canel.
Mucho más que una queja: un movimiento nacional
La protesta contra el tarifazo de ETECSA ha evolucionado en apenas unos días hasta convertirse en una sacudida al sistema. Ya no se trata solo de cuestionar el precio del internet, sino de poner en jaque la credibilidad de las organizaciones juveniles oficiales que, hasta ahora, han sido vistas como engranajes funcionales del aparato burocrático.
En medio del silencio de algunos y el miedo de otros, los estudiantes siguen plantados. Y lo dicen sin rodeos: esto no acaba hasta que se escuchen, de verdad, las necesidades del pueblo.