El humorista y actor cubano Ulises Toirac no se quedó callado ante la huelga universitaria que estremece los pasillos de la Universidad de La Habana. Desde su cuenta de Facebook, soltó una reflexión que ha puesto a muchos a pensar, y a otros, a temblar. Según Toirac, lo que está pasando con los estudiantes es una bomba política que el gobierno no sabe bien cómo manejar.
“Si reprimen, el costo político será impagable; si lo permiten, mostrarán una debilidad sin precedentes”, escribió con su estilo directo y sin pelos en la lengua. Para él, lo que debería haberse visto venir con inteligencia, se dejó crecer por pura soberbia.
Apoyo popular y tensión en las redes
La publicación de Toirac fue como echarle leña a un fuego que ya venía encendido. Decenas de internautas salieron a expresar su apoyo a los estudiantes en huelga, que iniciaron el paro desde la Facultad de Matemática y Computación y ya han inspirado a otras facultades del país.
Uno de los mensajes más simbólicos fue el de Gleider González, quien aseguró que estamos viviendo “la hora de las vendas caídas, donde hasta los ciegos empiezan a ver”. Por su parte, Yunier Trujillo advirtió sobre el peligro de represalias: “Ya lo hicieron una vez, y lo pueden volver a hacer. Hay que proteger a nuestros jóvenes”.
Amenazas desde las universidades
Pero no todo ha sido respaldo y solidaridad. Están saliendo denuncias graves sobre amenazas de expulsión a estudiantes, incluso a los que ya están a punto de graduarse. La activista Annette del Rey Roa denunció que en el INSTEC hay profesores y directivos lanzando advertencias a los estudiantes que apoyen el paro.
La protesta, como bien dijo Yuniet Fernández Blanco, no puede ser tildada de contrarrevolucionaria ni de show del imperio. Se trata de estudiantes brillantes, formados dentro del propio sistema, que han optado por una resistencia pacífica: protestar desde casa, sin exponerse a provocaciones ni dar excusas para ser criminalizados.
Voces que llaman al diálogo, pero prevén represión
El cineasta Juan Pin Vilar pidió sentarse a hablar con los estudiantes, especialmente con los de Matemática. “El momento es ahora”, dijo. Sin embargo, otros ya dan por descontado que lo que viene será palo. “Mi madre no le tuvo miedo a Ventura, mi abuela tampoco… Así que sí, van a reprimir”, soltó sin rodeos ante el testimonio de una internauta que reportaba amenazas del profesorado.
Toirac contra el tarifazo de ETECSA
Esta no es la primera vez que Toirac le canta las verdades al sistema. Hace apenas unos días, criticó con fuerza a la presidenta de ETECSA, Tania Velázquez, por lo que muchos consideran el “tarifazo del siglo”. Según él, si una empresa comete errores de ese tamaño, lo primero que debería hacer su directiva es presentar la renuncia. Nada de justificarse con cuentos técnicos mientras el pueblo se ahoga.
También ironizó con el silencio colectivo frente a problemas como el hambre y la falta de medicinas, comparándolo con la rabia que ha desatado el nuevo esquema de conectividad. Un pueblo sin internet duele, sí, pero uno que no puede comer ni curarse, duele el doble.
Un tarifazo disfrazado de oferta
El nuevo plan de ETECSA ha sido calificado por la mayoría de los cubanos como un abuso descarado y una forma moderna de exclusión social. Se entrega un paquete de apenas 6 GB mensuales, y una vez agotado, los usuarios deben recargar con tarifas altísimas, muchas veces en moneda extranjera. Todo esto, en un país donde el salario promedio no alcanza ni para cubrir lo básico.
Ante la indignación generalizada, la empresa salió en televisión con un parche improvisado: 12 GB por 720 CUP y navegación gratis a sitios educativos. Pero el daño ya estaba hecho. La respuesta oficial no convenció a nadie, y los estudiantes decidieron seguir adelante con el paro.
Incluso desde la Universidad Tecnológica de La Habana (CUJAE), la FEU y la UJC lanzaron un comunicado que no solo rechazó las nuevas medidas, sino que exigió a ETECSA un trato más justo y respetuoso hacia el pueblo cubano.
Una generación despierta
Lo que comenzó como una protesta contra una tarifa abusiva, se ha convertido en algo mucho más grande. Una generación que creció dentro del sistema, hoy se levanta para cuestionarlo con inteligencia, valentía y organización.
Y como advirtió Toirac, el régimen está ante una encrucijada histórica. Si decide reprimir, podría pagar un precio político demasiado alto. Si decide escuchar, deberá aceptar que los tiempos cambiaron… y que los jóvenes ya no están dispuestos a callar.